lunes, 13 de marzo de 2017

Ponte en mis zapatos

Soy un bicho raro. Sí, sí, cada día lo tengo más claro. Más rara que un perro verde, pero no me importa. Reconozco que antes sí, pero ya no. He llegado a un punto en el que me resbala lo que opinen de mí. Y qué feliz se vive así, oye. Antes me agobiaba, a veces incluso me sentía desplazada y me repetía que sería mucho más fácil encajar si fuera como el resto. Encajar… qué difícil resulta cuando no eres, digamos… “normal”. Pero ya no me preocupa: si encajo, perfecto, y si no, a otra cosa, mariposa. Con el tiempo –y quizá también con las ostias que da la gente– me he dado cuenta de que el problema no lo tengo yo, si no ellos. Ellos son quienes no toleran ni respetan, quienes critican y no aceptan lo diferente. Ellos son los que me hacen sentir "rara" en vez de hacerme sentir aceptada. ¿Tan difícil es empatizar con quien piensa distinto? Que no digo entender, ya no pido ni que me comprendan, con que me respeten me basta. Pero no, eso no pasa. Anda que no he oído veces: “no puedes ser así”, “tienes que cambiar”, “hay que ver cómo eres”… ¡Cansinos! Igual quienes no pueden ser así son ellos, así de intolerantes. Lo mismo que ellos son como son, yo puedo ser cómo me de la gana, ¡digo yo! Puede que sea “rara”, ¿y qué? Mientras no me meta con nadie… Y creédme que no lo hago, con lo cual, merezco lo mismo.

Pongo un ejemplo. Recientemente escuché a una mujer diciendo lo bien que le sentarían unas vacaciones en el Caribe, pero dejando en casa a su marido y a sus hijos. Y risas a su alrededor. Este tipo de comentarios siempre resultan graciosos. Pues a mí no me hizo gracia el chiste. Bromas así se las he oído decir a mucha gente, tanto hombres como mujeres, con lo cual entiendo que debe de ser lo "normal". Bueno, pues yo no lo entiendo, será por eso de que soy "rara". Me explico: a mi marido y a mí nos encanta estar juntos todo el tiempo. Y cuando digo todo, quiero decir TODO. Si podemos hacer las cosas juntos, pues mejor que mejor. Cantidad de gente leerá esto y pensará: “vaya empalagosos”. Pues me parece fatal. Eso es de criticones e intolerantes. O sea, que si no somos como la mayoría de parejas ya somos unos pegajosos, ¿no? Yo no llamo despegados a los que lo hacen todo separados que también los hay–, y puedo asegurar que no lo entiendo, pero cada cual sabrá lo que hace y por qué lo hace. Y si ellos son felices así, pues ellos mismos. A mí me preocupa lo mío, punto.

Era solo un ejemplo, pero situaciones así ocurren cientos todos los días. Es un hecho que lo diferente es criticado, incluso muchas veces rechazado. Lo distinto está mal visto y automáticamente se convierte en raro. ¡Grrrrrrr! En serio, que no es tan difícil, es tan sencillo como respetar, tolerar, empatizar… ¿Tanto cuesta? ¿Por qué somos tan egoístas? Pienso que en el fondo todo se reduce a eso, el egoísmo. Lo nuestro siempre es lo mejor, lo más bonito, lo que más vale… Nuestras ideas son mejores que las del de al lado y son los demás quienes están equivocados, nosotros nunca. No voy a decir que esto sea así siempre, pero casi. Párate a pensarlo, recuerda situaciones, conversaciones, discusiones... Termino con una frase que me encanta y creo que va perfecta con este tema: “cuando alguien juzgue tu camino... préstale tus zapatos”. Ahí lo dejo.

viernes, 3 de marzo de 2017

Los retrasados del autobús

“Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen. No permitas que manipulen a tus hijos en el colegio”. Ese es el mensaje que aparecía en el autobús con el que la asociación ultracatólica (y vinculada a la secta El Yunque) HazteOir.org pretendía hacer campaña contra la transexualidad. Su portavoz, Teresa García, dijo ayer que los padres deben ser libres para educar a sus hijos como consideren. Pues que se aplique el cuento, creo yo, que si no se educa como ellos creen correcto, ya empiezan a hablar de imposición o manipulación. Así lo manifiestan en su web utilizando frases como: “adoctrinamiento sexual en las escuelas” o “se ignora el derecho que asiste a los padres a educar a sus hijos según sus convicciones”. Pienso que a día de hoy los padres son muy libres de educar a sus hijos como mejor les parezca, lejos de imposiciones de ningún tipo. Esta libertad es lo que les molesta, porque los que realmente adoctrinan son ellos, que no intenten engañarnos. Para esta gente parece que un niño o una niña transgénero se hace, no nace. Vamos, que lo es porque sus padres se lo han permitido, enseñado, o inculcado. Como si de una cuestión de valores se tratara. Me cuesta creer lo que estoy escribiendo, en serio. ¿Qué clase de valores enseñan estas personas a sus hijos? Xenofobia, homofobia, transfobia… eso como poco.

En una publicación de su web atacan a un colectivo gay por ampararse en leyes que: “acaban con el derecho de los padres a educar a sus hijos, liquidan la libertad de enseñanza, desorientan a los niños al imponerles la diversidad sexual, discriminan a la familia natural e imponen modelos familiares (...) y privilegian con dinero público el adoctrinamiento sexual y entregan la educación de los niños a las organizaciones LGTB”. No creo que nunca haya habido tanta libertad de educación como la que hay ahora, con lo cual, que cada familia elija la que mejor considere para sus hijos. ¿Quiénes son éstos para juzgar a nadie? Dicen que se impone la diversidad sexual... no creo que los padres obliguen a sus hijos a sentirse de otro género, o atraídos por alguien del mismo sexo, ni les impongan ninguna condición sexual. Aquí los únicos que obligan, imponen y no respetan son estos carcas, que tratan la homosexualidad o la transexualidad como enfermedades o “alteraciones”, cuando los únicos enfermos son ellos con su actitud homófoba.

Prometo que he intentado comprenderles, pero es imposible, en serio, no puedo. Me pregunto qué es lo que entienden por libertad de enseñanza o de educación. ¿Acaso no lo es comprender y aceptar que cada niño y niña puede sentirse de una manera distinta, que no todos somos iguales, ni tenemos que serlo? Efectivamente existe la diversidad sexual pero ni es impuesta, ni es mala, como insinúan. Y mucho menos es algo voluntario, un@ no elige ser homosexual o transexual, se siente y punto. También hablan de “familia natural”. ¿A qué se refieren con "natural"? Imagino que para ellos es el papá, la mamá y los perfectos hijos heterosexuales. Y si te sale un niño gay, como mínimo le repudias. Ya puestos, que le “traten”, como antiguamente, a ver si hay suerte y se le quita el vicio, ¿no? Anda que… que a día de hoy exista gente con esas ideas es como para asustarse. Vaya por delante que cada persona puede pensar como le de la gana, pero no se puede ser tan intolerante y retrasado, porque eso es lo que son, retrasados.