Hoy he estado en un mitin electoral. Nunca había ido a ninguno, únicamente había visto las cuatro pinceladas que dan en la televisión
cuando los principales partidos hacen uno. Tenía bastante curiosidad por saber qué
se decía y cómo, quién hablaría… Y no me ha parecido muy distinto a lo que
suelo ver en la tele, ha habido promesas, críticas al contrario y sobre todo, buúsqueda del voto. Eso es lo que todos quieren, sean del color que sean. La diferencia es que a mi actual alcalde me lo he creído
y a los que hablan en los mítines de los grandes partidos cuesta bastante
darles credibilidad.
Yo me he creído lo que hoy me han contado porque vivo en un pueblo
en el que desde hace muchos años gobierna un grupo independiente, que nació aquí, que solo existe aquí y que, al menos desde que yo lo conozco, ha demostrado
que su principal preocupación es el bienestar de los vecinos, por encima de
otros intereses políticos más allá del pueblo. Si el alcalde fuera del PNV, PSOE o PP no tengo muy claro que sacara las uñas por nosotros ante las altas esferas del mismo modo que alguien que es su propio jefe.
Me vienen a la memoria imágenes de los mítines de la tele, en las que se ve cómo los candidatos prometen medidas estrella y el público estalla en vítores y
aplausos, ondeando banderitas. Esto es algo que no entiendo. Por muy identificado que se sienta uno con la
ideología de un partido, ¿cómo se puede creer lo que los políticos prometen en
el periodo previo a las elecciones? Quizás es que yo soy demasiado incrédula, pero pienso que a esas promesas, que solo existen en campaña electoral, no hay por dónde cogerlas. ¿Dónde han estado el resto del tiempo? ¿Se les han ocurrido justo antes de los comicios? Yo creo que no.
La conclusión que saco es que los mítines son meros
discursos publicitarios, aunque nos los intentan vender como sesiones
informativas. Que no digo que no informen, pero tengo claro que se dice al
votante lo que se sabe que quiere escuchar. No creo que un chorizo proclame a los cuatro vientos sus viles intenciones a pocos días de las elecciones. No, qué va, nos regalan el oído y, una vez conseguido el voto, ya
verán si cumplen lo prometido o no. Total, tienen cuatro años por delante, no
hay prisa. Lo curioso es que hay quienes no hacen nada de lo propuesto y siguen
saliendo elegidos. Será por eso de que más vale lo malo conocido… Así estamos como estamos.
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