El que sí ha hablado durante estos cuatro días, y debe haberse quedado muy a gusto, es Javier Rodríguez, consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Ha soltado lindezas como éstas:
- "Para explicar a uno cómo quitarse o ponerse un traje no hace falta un máster".
- "Probablemente cometió un error" (refiriéndose a Teresa Romero).
- "Ella va a la médico de atención primaria, le consulta por un proceso febril y no le cuenta que ha estado con un paciente que tenía ébola".
Lo que resulta también increíble es que el señor Rodríguez permanezca aún en su cargo, y con bastante chulería, por cierto, ya que cuando se le ha solicitado que dimita ha dicho que lo hará, de hacerlo, cuando él quiera. Este hombre no tendría que dimitir, tendrían que destituírle dándole una patada en el culo.
Otra que tal baila es la ministra de Sanidad, Ana Mato, que lleva toda la semana desaparecida. Salió en rueda de prensa el primer día y no dijo nada de nada, se limitó a dejar que hablaran los profesionales que la acompañaban. El resto de la semana no se la ha visto el pelo. Hoy ha comparecido brevemente y lo único que ha hecho ha sido quitarse responsabilidades diciendo que "se han cumplido todos los protocolos" y que "todo el material está homologado con la UE y cumple los requisitos". Si ésto fuera así digo yo que Teresa Rodríguez no estaría ahora mismo luchando por sobrevivir al ébola porque imagino que no se ha contagiado por voluntad propia. También ha asegurado que van a hacer lo que haga falta para superar esta crisis. No sé yo... teniendo en cuenta las contradicciones, falta de información... Qué menos que un portavoz del Gobierno, me da igual quién, compareciera al menos una vez al día para informar sobre el caso, en vez de que tengan que ser portavoces de distintos colectivos los que den su versión a cerca de qué está pasando. Esto es muy poco serio.
Hay tantas cosas que no cuadran... Está claro que en todo este asunto alguien está mintiendo. Lo digo porque si es verdad que Teresa tomó en su casa tantas precauciones como asegura su marido, no tiene sentido que vaya al médico de cabecera, le explique que se encuentra mal y que tiene algo de fiebre y no le diga que estuvo con uno de los misioneros que tenía ébola. Francamente sería idiota de ser así. Me inclino más por pensar que quien la atendió no le dió la debida importancia al no tener aún la mujer los síntomas típicos del virus. Será que soy malpensada pero ¿no es más fácil culpar a una persona que puede morir que a alguien que ha hecho mal su trabajo y a quien se le caería el pelo por el error cometido? Por no hablar de la ambulancia que fue a recoger a Teresa a su casa para llevarla al hospital o quienes la atendieron en un primer momento, todos ellos sin protección alguna. Esta gente no tenía ni idea de que la mujer era sospechosa de tener ébola y eso no hay quién pueda creérselo. Me refiero al hecho de que supuestamente Teresa no dijo desde el principio que había tenido contacto con enfermos de ébola. Alguien ha hecho y sigue haciendo las cosas muy pero que muy mal y tendrán que rodar cabezas por ello. Al menos es lo que espero.
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