lunes, 28 de abril de 2014

Ser personas coherentes

Me gustaría saber por qué la gente, en general, es tan hipócrita. Bueno corrijo, somos tan hipócritas, porque quien más quien menos, en algún momento de nuestra vida decimos o pesamos una cosa y hacemos lo contrario. Es algo que odio, no me gusta nada que la gente no sea clara o ande con rodeos. Esta forma de actuar la veo a menudo en la calle, en el círculo de gente en el que me muevo, en la televisión, en los famosos y en los no tan famosos. Vamos, que no se libra ni el tato. Pero ¿por qué? ¿Tan complicado es actuar acorde a lo que se piensa? Parece que así es porque mucha gente prefiere ser políticamente correcto, quedar bien con los demás, o hacer lo que más les interese o le beneficie, en vez de lo que debe hacer.

Un ejemplo de lo que digo es, ahora que lo tenemos muy reciente, la Semana Santa. Todos estamos deseando que lleguen esos días de fiesta para no ir a trabajar, para disfrutar de unas jornadas libres. Pero si es una fiesta religiosa y cada vez menos gente cree, ¿por qué esos días los que no son creyentes, y sobre todo los no practicantes, no van a trabajar? Si esas personas fueran coherentes con lo que piensan, esos días no serían festivos para ellos, al igual que el 6 de enero, el 8 de diciembre, las navidades... Lo mismo pasa con el día 6 de diciembre para los vascos o catalanes -los que son independentistas-, que se van muy contentos por ahí cuando lo que se festeja en esa fecha es el día de la Constitución Española. Un sin sentido.

Volviendo al tema religioso, es curioso que en un estado laico como es España, es decir, "independiente de cualquier organización o confesión religiosa", los funerales oficiales sigan siendo religiosos. Tampoco me cuadra que los políticos, por ejemplo, juren sus cargos ante una Biblia y un crucifijo. Por no hablar de la cantidad de dinero que la Iglesia recibe del Gobierno, o los privilegios fiscales que poseen. No entro a valorar a la Iglesia ni a sus seguidores, cada uno cree en lo que quiere y tendrán sus cosas buenas y también malas, como todos, pero si un país se declara laico, no debería haber ayudas ni favores a la Iglesia y mucho menos actos oficiales de carácter religioso. Digo yo que eso sería lo lógico.

Entre amigos o familiares también sucede a menudo lo de la discordancia entre pensamiento y actos. Un ejemplo: cuando tenemos un problema con alguien resulta más sencillo ignorarlo, no decir ni mu y hacer como que no pasa nada. Esto pasa constantemente y está claro que es lo más cómodo, porque si no se habla de un problema, parece que no existe y se evitan conflictos y discusiones, pero seamos sinceros ¿no es hipócrita actuar así? ¿No es mejor aclarar las cosas con la gente, o al menos intentarlo? Pienso que lo contrario es poner un parche al problema y actuar de manera falsa. Las cosas es mejor solucionarlas y como dice el refrán "más vale ponerse una vez colorado que ciento amarillo".

lunes, 14 de abril de 2014

Lo que podía haber sido...

Hoy es un día triste y bastante decepcionante. El motivo: que la persona que más quiero se ve obligada a abandonar un proyecto -para él una de sus mayores ilusiones-, por culpa de terceras personas, empujado a abandonar un sueño porque psicológicamente ha tocado fondo. Hace menos de un año comenzó un proyecto deportivo con una ilusión que pocas veces le había visto. Los chavales notaron el cambio enseguida y el equipo dio un giro de 180º, gracias al esfuerzo de todos, eso hay que reconocerlo. Los buenos resultados no tardaron en llegar y mantenerse en el tiempo, pero tampoco tardaron en hacerse ver los gallitos del corral, que con el paso de los meses no han hecho sino sacar pecho siempre que han tenido la ocasión. Algo que podría haberse convertido en una bonita hazaña, que podría haber llevado el nombre de un equipo hasta lo más alto, va a quedarse en un desastre y fracaso absoluto. Puede que los resultados sean buenos pero lo único que están consiguiendo a nivel de equipo es ser la comidilla de todo el mundo y ganarse a pulso el calificativo de chusma y camorristas. 

Cuando se pertenece a un grupo en el que se funciona bien, en el que todos ponen de su parte y se trabaja con ganas e ilusión, se siente orgullo, se gane o se pierda. En este caso ignoro si hay ilusión, antes sí lo pensaba, pero viendo el comportamiento de algunas personas sospecho que lo único que mueve a más de uno es la chulería, el pavonearse y quedar por encima de todos los demás y, sobre todo, el descontrol. Porque aquí parece que no saben lo que es el autocontrol. A todos nos resultaría muy sencillo dar rienda suelta a lo que nos apetece hacer en cada momento, gritar cuando nos de la gana o decir lo primero que se nos pase por la cabeza, pero hay que tener algo que se llama respeto y que es fundamental para la convivencia con los demás. Si alguien no es capaz de eso sería mejor que se quedara encerrado en casa y se pegara un cabezazo contra la pared cuando se le cruzara el cable.

Por todo esto, que se repite día tras día, jornada tras jornada, únicamente siento vergüenza. Y rabia, la verdad, porque oportunidades se han dado y muchas, pero hay quienes las han tirado por el retrete. A las personas que se comportan de esta manera les dan igual los castigos, las expulsiones, las palabras de entrenador o directivos, las peticiones de buen comportamiento... A la mínima ocasión aprovechan para sacar el pavo que llevan dentro. Pero hay algo aún peor. Estos cahavales no dejan de ser críos de 17 años, lo malo es que por parte de algunos padres y algún que otro aficionado son habituales los insultos, gritos descalificativos, vejaciones e incluso amenazas a quien ellos consideran oportuno. Pero a ellos que no les digan nada, que entonces se lía y buena. Siento vergüenza ajena, decepción, pena y mucha rabia al ver que hay gente que pisotea, sin remordimientos, los sentiemientos e ilusiones de los demás, sobre todo de la persona que quiero. Y eso no lo perdono.

martes, 8 de abril de 2014

Mi opinión vale más que la tuya

Hoy un grupo de mujeres ha colocado una pancarta en una catedral de Bilbao en la que ponía: "abortaremos en vuestros púlpitos". Hace un par de meses algunas activistas de Femen se presentaron frente a Rouco Varela con el torso desnudo para quejarse por lo mismo, la reforma del aborto. Me parece fatal, no puedo decir otra cosa, creo que únicamente son ganas de llamar la atención. Entiendo que esas chicas defiendan su postura con uñas y dientes, incluso que critiquen a la Iglesia por pensar lo contrario. Lo que no comprendo, y mucho menos comparto, es que les ataquen de ese modo. Por supuesto, tampoco comparto que la Iglesia trate de imponer sus ideales. Las mujeres no católicas deberían poder actuar como mejor les parezca, sin recibir presiones o incluso insultos, como ya ha sucedido en alguna ocasión.

Los extremos nunca son buenos y en este caso tenemos ambos. La Iglesia se cree con el poder moral suficiente como para obligar a una mujer a tener un hijo que no desea y las mujeres pro abortistas, con actos como el de hoy, buscan la ofensa como forma de defender sus ideas. No hay que olvidar que quien plantea la ley del aborto es el Gobierno, no la Iglesia y a quien hay que ir a protestar es a quien hace la ley, no a quien está de acuerdo con ella. A diario nos cruzamos con muchas personas que piensan distinto a nosotros y si nos dedicáramos a enfrentarnos a ellos el mundo sería un lugar mucho más violento de lo deseable. Y bastante tenemos con lo que tenemos.

A diferencia de hace años, en la actualidad a nadie se le obliga a comulgar con las ideas de la Iglesia. Hoy día ser creyente y, sobre todo, practicante, es algo que se elige libremente y quien decide hacerlo no es peor persona, por mucho que haya a quien le repugne lo que la religión promulga. Lo que no se debe hacer es meterse con alguien por su forma de pensar, ya sea en religión, política, o en la calle en el día a día. Y eso es algo que sucede mucho, cuando alguien dice algo que no compartimos es común que la conversación termine en una acalorada discusión. ¿Por qué es tan difícil discutir puntos de vista con alguien que opina distinto sin que llegue la sangre al río? Es tan sencillo como defender una postura sin ofender ni dañar al otro. Se llama tolerancia y es algo de lo que, desgraciadamente, mucha gente carece.

martes, 1 de abril de 2014

Los pobres no importan

Tras conocerse los resultados del informe de Cáritas que afirma que España es el segundo país de Europa con más pobreza infantil, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha respondido frases como éstas: "no se corresponde con la realidad", "si hay más desigualdad en España es por consecuencia de la crisis y del paro que ha generado esa crisis", "provocan un debate que no se corresponde con la realidad", "España está superando la crisis económica con el esfuerzo de todos". ¿De todos, ha dicho? Será de los pobres, porque los ricos, son más ricos que nunca. A costa de los pobres, claro.

Tras escuchar las palabras del ministro, la famosa monja dominica Sor Lucía Caram, le ha contestado así a través de la red social Twitter: "El ministro Montoro falta a la verdad, encubre la miseria que ellos han generado y cronificado y falta el respeto a todos los españoles", "Montoro dimisión Ya. Insultantes declaraciones de un aliado de la estafa y mentira del Estado. Caritas no miente", "Cinismo de Montoro y del aparato del Gobierno. Espero que demuestre lo que dice y que tenga las manos limpias y la transparencia de Caritas".

Me encanta esta mujer porque para nada representa a la Iglesia actual, la que parece preocuparse de cualquier cosa menos de los más necesitados. Esta monja me recuerda a las que yo conocí cuando era pequeña, las que hacían obras de caridad, ayudaban a los que lo necesitaban y lo más importante, pedían lo justo para realizar su labor y vivían de forma austera. Hoy día las cosas parecen haber cambiado: muchos religiosos y religiosas dicen representar a la Iglesia mientras viven como reyes. Si no recuerdo mal, la Biblia enseñaba la pobreza como forma de vida, así que estos últimos a lo mejor deberían confesarse.

Volviendo al tema del ministro Montoro, este señor no tiene vergüenza. Y lo digo en el sentido estricto de la palabra, ya que si la tuviera no se atrevería a salir a la calle después de las barbaridades que ha soltado. Sea cierto o no el informe de Cáritas -ahí no voy a entrar ahora- es más que evidente que en España hay millones de personas que viven en la pobreza, sin nada que comer, sin poder comprar ropa, sin poner la calefacción en invierno... Y como ya he dicho más de una vez, los que pueden hacer algo por evitar o arreglar esa situación, miran para otro lado. Hay que ser cínico para salir en la televisión diciendo que estamos saliendo de la crisis y que el esfuerzo es de todos. El esfuerzo es del ciudadano de clase media y baja al que han frito a recortes. Qué sinvergüenza el ministro.

Mientras pasa esto, los ministros y demás políticos siguen con sus vidas de siempre como si nada, gastando en lo que les da la gana sin dar explicaciones. De todos y cada uno de los españoles sale el dinero para pagar cosas tan innecesarias como los sueldos vitalicios de ex-políticos o las asignaciones de la Iglesia y de la Casa Real. ¿Acaso no es más importante alimentar a millones de niños que pasan hambre cada día, en vez de pagar puntualmente a Aznar, Felipe González y compañía por no hacer nada? Está claro que ayudar a los que lo están pasando mal no es una de las prioridades de quienes están en el poder. Y lo peor es que salen en los medios diciendo lo que quieren y han llegado a un punto en que les da igual lo que se diga de ellos. Da auténtico asco.