jueves, 13 de febrero de 2014

El poder del pueblo

En este país parece que cuando elegimos un Gobierno lo hacemos para que nos dirijan y manden durante al menos cuatro años. Así es como suceden las cosas: cuando hay elecciones se vota y el partido elegido se cree con potestad para hacer y deshacer mientras dure su legislatura. Hacen y cambian leyes, recortan de donde pueden -y de donde no, también-, toman decisiones sin dar explicaciones... 

¿Debería ser esto así? Creo que la mayoría contestará que NO. Opino que votar a un determinado partido político no significa tener que comulgar con todo lo que diga o haga y, mucho menos, que sus dirigentes puedan hacer lo que les venga en gana sin que nadie les tosa. Muchos se escudan en que han sido elegidos de forma democrática en las urnas y que por eso no entienden que la gente proteste.

Si así fuera no existirían las mociones de censura, ni podrían hacerse manifestaciones o huelgas de carácter político. Seríamos como borregos que diríamos amén a todo lo que el político de turno decidiera imponer. Eso se llama dictadura, y hace tiempo que, por suerte, dejamos ese capítulo atrás. Aunque a más de un@ le gustaría que fuera así.

El asunto es tan sencillo como que, cuando un político lo hace mal, cuando una amplia mayoría está descontenta con sus actuaciones y lo demuestra en la calle, como está sucediendo últimamente, su obligación es dimitir. Porque no olvidemos que los políticos no son nuestros dueños, todo lo contrario, están a nuestro servicio y su obligación es -o debería ser- buscar nuestro bienestar, no imponer sus normas, nos gusten o no. Es evidente que a todos no se puede contentar, pero cuando tanta gente se queja...

Por ejemplo, la que se está liando con la Ley del Aborto no es normal. A Gallardón le importa poco que miles de personas salgan a la calle a protestar, que miembros de su propio partido se opongan a esa ley, él mira hacia otro lado y sigue adelante con su reforma. Hasta que no lo consiga no va a parar, aunque media España se le eche encima. Hay que reconocerle el valor al hombre, eso sí.

En otros países europeos es común que cuando un político hace algo mal, dimita. Uno de los últimos casos es el del ministro de inmigración británico, que renunció hace unos días al saberse que su empleada de hogar estaba en el país de forma ilegal. Otro caso: hoy mismo se ha sabido que Enrico Letta, primer ministro italiano, presentará mañana su dimisión tras votar la mayoría de miembros de su partido por un cambio de Gobierno. Esto en España no pasaría ni en sueños, aquí nuestros políticos no se van ni con agua hirviendo. 

En definitiva, votar a alguien no significa otorgarle libertad total y abosulta y, ya que parece que es lo que pretenden imponernos con la mayor de las desvergüenzas, tocará protestar y protestar hasta que vean que no pueden hacer con nosotros lo que se les antoje. Ya que la oposición y demás grupos políticos ladran pero no muerden nada, está en las manos de los ciudadanos decir basta. A los gobernantes les elige el pueblo y si el pueblo no está contento ¡fuera!

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