viernes, 10 de enero de 2014

Se acabaron las navidades... por fin!

Vuelvo después de bastantes días sin escribir. He tenido unas fiestas navideñas tan ajetreadas que no me han quedado fuerzas para nada más aparte de hacer cenas, comidas, comprar regalos o estar con la familia. La verdad es que han sido unas navidades de lo más movidas y activas, a la vez que agobiantes, sobre todo por tener que contentar a todo el mundo en tan poco tiempo. Son muy pocas ocasiones para compartir con tanta gente. A todos nos apetece vernos en Nochebuena, Navidad o Nochevieja, pero como dice aquel refrán: "con un culo no se pueden abarcar dos asientos". Y eso es precisamente lo que pasa en Navidad, que pretendemos estar en todas partes y no tenemos tiempo. Es entonces cuando llegan los agobios.

Otra cosa que me estresa en estas fechas son las comilonas que nos pegamos. Cuando tenemos invitados a comer o cenar nos volvemos locos y sentimos que no somos buenos anfitriones si no ponemos la mesa a rebosar, no sea que alguien vaya a quedarse con hambre. Y no basta con poner alimentos cotidianos, hay que servir lo mejor entre lo mejor, con el consiguiente gasto que ello supone. En una época en la que a casi todo el mundo le ha tocado la crisis de cerca, son demasiados los que no se privan de cocinar auténticos manjares, aunque ello suponga gastarse un sueldo. Ya se pasará la cuesta de enero como sea. Lo veo una tontería, ya que si lo que realmente importa en estas fechas es estar con los seres queridos, ¿qué más da lo que comamos?

Otro clásico de las reuniones familiares son las discusiones. Con el padre, la hermana, la suegra... En cualquier familia que se precie las broncas suelen ser un invitado más a la cena de Nochebuena. Y parece que no lo podemos evitar porque a cualquiera que se le pregunte te puede contar una y mil anécdotas. Por eso lo mejor es evitar hablar de temas polémicos como política o cualquier tipo de ideología que pueda enfrentarnos con alguien que piense diferente. Lo ideal es que nos centremos en disfrutar del tiempo que pasamos en familia y charlar de temas banales que, por otro lado, nos harán pasar un rato mucho más divertido. Ya habrá tiempo de hablar de cosas importantes.

Personalmente, este año he acabado las navidades mucho más cansada que antes de empezar. Entre cocinar, ir a casa de familiares, volver a las tantas, comprar regalos para toda la familia, pensar en esos regalos... mi cabeza ha terminado un poco saturada. Y por lo que oigo en la calle, a mucha gente le ha pasado lo mismo. El comentario general es "por fin vuelvo a la rutina" o "han pasado las fiestas, por fin". Esto debería hacernos pensar que algo no estamos haciendo bien, si por un lado nos encanta que lleguen las navidades pero cuando estamos inmersos en ellas, deseamos que terminen lo antes posible. Seguramente sea una cuestión de mala organización. Para las próximas fiestas habrá que organizarse de otra manera si no queremos volvernos un poco más locos de lo que ya estamos.

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