viernes, 31 de enero de 2014

Reseña libro "la jungla de los listos", de Miguel Ángel Revilla



Acabo de terminar de leer “la jungla de los listos”, de Miguel Ángel Revilla. Ya me leí el anterior y este se lo pedí a los reyes porque tenía muchas ganas de continuar leyendo sus revelaciones. En los medios llevaba semanas viendo que este libro traería cola, que iba a ganarse muchos enemigos por todo lo que cuenta y, efectivamente, después de leerlo puedo decir que creo así es. Se trata de un libro bastante duro y, por qué no decirlo, algo desmoralizador teniendo en cuenta todo lo que saca a la luz. La sensación que queda es que los que mandan nos toman el pelo, y que somos como corderitos a punto de ser atacados por el lobo feroz.



Datos del libro

Título: “La jungla de los listos”
Autor: Miguel Ángel Revilla
Páginas: 237
Publicación: enero 2014 (Espasa Libros)


Autor

El propio Miguel Ángel Revilla ha escrito este libro de su puño y letra, con un Pilot, como él mismo ha reconocido. Tras publicar en 2012 “nadie es más que nadie”, que fue un gran éxito de ventas, quedó tan satisfecho, y con tantas ganas de seguir hablando, que se decidió a redactar su segundo manuscrito. Una de las causas que cuenta que le impulsó a ello fue una pregunta que le hizo un paisano pasiego: “¿me podrías explicar lo que está pasando?”. 

Además de ser secretario general del Partido Regionalista de Cantabria (PRC), Revilla recorre España dando charlas acerca de su visión del porqué de la crisis e incluso se atreve a dar alguna solución para mejorar la mala situación que vivimos. También colabora frecuentemente en programas de televisión y radio comentando su punto de vista sobre diferentes cuestiones de actualidad.


Resumen

Como ya he dicho, el libro de Miguel Ángel Revilla es bastante duro. Principalmente se trata de un texto de denuncia de los abusos a los que nos vemos sometidos por parte de los que tienen el poder. Da muchos datos y opiniones sobre porqué estamos como estamos y de qué podemos hacer, dentro de nuestras posibilidades, para tratar de estar mejor. A lo largo de cada párrafo no se cansa de ir contra todos los que considera que nos han arruinado, tanto económica como moralmente y da nombres y apellidos de muchos de ellos.


Opinión personal

Desde que empecé a ver a Miguel Ángel Revilla en la televisión me resultó simpático y, no sé muy bien por qué, me cayó bien desde el principio. Quizás por la forma en la que habla, cercano a los que no somos expertos en los temas que toca, y porque se le ve muy seguro de todo lo que dice, por la claridad y sencillez con la que se expresa, resulta una persona sincera y creíble. No sé si realmente es tan buen político y persona como parece pero, como él mismo dice en el libro, “comprenderéis que jamás se me ocurriría escribir un libro tan duro si tuviese algo que ocultar”. No creo que una persona denuncie todo lo que Revilla está denunciando, ya no solo en el libro, si tuviera alguna cosa que esconder.  Es por eso que, de momento, confío en sus palabras.

Me ha gustado mucho leer este libro, aunque como ya he dicho, la sensación que queda al terminarlo no es para nada buena, ya que denuncia tantas injusticias y abusos de poder que da miedo lo que pueda venir de ahora en adelante, sobre todo viendo lo que ya tenemos encima. Si me ha gustado es porque me parece muy valiente por parte de Revilla hablar tan alto y claro de lo que están haciendo esos que él llama “la jungla de los listos”: políticos, empresarios, banqueros, medios de comunicación, ricos… En resumen, los que tienen dinero.

En el libro trata temas como la corrupción, la estafa de las preferentes, la famosa puerta giratoria (ex-políticos colocados en empresas públicas), la evasión de impuestos… Y todo lo que dice lo hace sin pelos en la lengua. Al leerle da la sensación de estar escuchando a una persona más de la calle, en vez de a un político. Sus palabras podrían ser las de cualquiera de nosotros, hartos de que se rían en nuestra cara y nos traten como marionetas.

Una de las cosas buenas que le veo a este libro es que Revilla apoya sus argumentos con datos verídicos. Es así por ejemplo cuando habla de numerosos casos de corrupción, de la cantidad de dinero que hay en paraísos fiscales, de los astronómicos sueldos de algunos políticos, de los injustos indultos que se conceden, de la enorme desigualdad económica que hay entre ricos y pobres, o de lo mal que funciona la justicia en España. Independientemente de su opinión, los datos que da son reales.

Mucha gente dice de Revilla que es un populista y que únicamente dice lo que la gente quiere oír. Incluso que si gobernara de nuevo no pondría en práctica nada de lo que predica. Yo no sé si eso es cierto porque, aparte del rato mientras me firmaba el libro, no le conozco de nada. Pero pienso que una persona que habla tan claro y de una forma tan severa en contra el poder político y demás “listos”, algo de razón debe tener. Los datos que da están ahí y son ciertos, eso nadie se lo puede negar, y las ideas y soluciones que aporta parecen buenas. Posibles no lo sé, pero buenas sí.

Al finalizar el libro Revilla hace un llamamiento a que no nos resignemos, a que mostremos nuestra disconformidad e indignación con lo que nos están haciendo padecer, porque “todos los grandes avances de la humanidad son el fruto de la lucha”, dice. Aunque reconoce que es lógico que no todo el mundo se atreva a protestar estando las cosas como están. Él promete no callarse y seguir denunciando las injusticias, siendo “el altavoz de los que no tienen voz”. Agradeciendo el cariño que recibe allí donde va, deja en el aire la publicación de un tercer libro. Que tiemble “la jungla de los listos”.

viernes, 24 de enero de 2014

Gamonal, ejemplo de lucha contra los abusos de poder

Los políticos tienen la sartén por el mango, pueden hacer y deshacer a su antojo mientras están en el poder, dando igual si los ciudadanos están de acuerdo o no. Esto sucede hasta que la gente se cabrea tanto que sale a protestar a la calle y termina quemando contenedores o tirando piedras. Es lo que ha pasado recientemente en el barrio burgalés de Gamonal. El alcalde pretendía hacer un bulevar, lo que supondría reducir de cuatro a dos los carriles de circulación, poniendo un carril bici en el centro y suprimir más de trescientas plazas de aparcamiento gratuito. Este proyecto, adjudicado a Carlos Pozo, condenado por corrupción en el pasado, iba a costar ocho millones de euros, cosa que los vecinos no estaban dispuestos a aceptar, teniendo en cuenta el endeudamiento que sufre su Ayuntamiento.

Las manifestaciones se han conocido ahora a través de los medios, pero los vecinos llevan semanas saliendo a la calle para mostrar su oposición a la ejecución del proyecto. Los medios no se habían hecho eco del conflicto de Gamonal hasta que han empezado a sucederse los actos violentos que, por otra parte, han sido por parte de unos pocos, no se ha tratado de un comportamiento generalizado. Durante las semanas que llevaban protestando, el alcalde Javier Lacalle, del Partido Popular, había hecho caso omiso a las peticiones de sus ciudadanos. De hecho, las obras estaban ya comenzadas cuando todo esto ha salido a la luz. Hasta que vio que la cosa se ponía fea y decidió recular y parar las obras.
 
Con esto lo que se demuestra es que en el sistema en el que vivimos las manifestaciones pacíficas no sirven de mucho. Esta gente llevaba semanas protestando y el alcalde miraba hacia otro lado, hasta que a cuatro se les ha ocurrido liarla un poco y el señor Lacalle ha cedido por miedo de lo que pudiera pasar. En lo que va durando la crisis se han hecho varias manifestaciones contra los recortes, contra los abusos de los políticos, contra la eliminación de servicios públicos, etcétera, y con ninguna de ellas se ha conseguido nada. El Gobierno sigue apretándonos el cinturón todo lo que quiere y más. Eso es porque están tranquilos, porque saben que las protestas no van a pasar de unas pocas manifestaciones pacíficas, después de las cuales aguantan el chaparrón de críticas y siguen a lo suyo.

Es triste decirlo pero parece que el medio más efectivo para conseguir cosas es meter un poco de miedo a los que mandan, que vean que la gente está dispuesta a algo más que protestar por defender lo suyo, a liarla si hace falta con tal de no dejar que se rian de nosotros en la cara. Porque lo que está pasando en este país ya pasa de castaño oscuro. Algunos dicen que las reivindicaciones se hacen con el voto en las urnas, pero votar a alguien no significa tener que conformarse con todo lo que haga durante los cuatro años de mandato. Estoy en contra de la violencia, pero en casos en los que claramente nos toman el pelo, o abusan del poder, y no se consigue nada mediante las manifestaciones pacíficas, si es la única manera de conseguir algo, adelante.

martes, 21 de enero de 2014

La vida privada de los políticos

A raiz de lo que está pasando con Hollande en Francia -la infidelidad a su mujer, con la que a su vez fue infiel a su anterior esposa-, han surgido opiniones de todo tipo sobre si la vida privada de los políticos debe ser como su propio nombre indica, privada, o por el contrario, debe hacerse pública. Creo que no hay que ser extremista. Personalmente no pienso que sea necesario conocer cada detalle de la vida de un político. Por ejemplo, que Rajoy y su mujer se vayan a cenar o de fin de semana no es relevante, aunque sí importa que cuando lo hagan lo paguen de su bolsillo o no. Lo que no debería suceder es que toda esta gente que está en el poder se gaste nuestro dinero, a nuestras espaldas, en cenas, comidas, vacaciones, espectáculos, compras, etc.

A los ciudadanos nos debería importar poco si el presidente o los ministros son fieles a sus parejas, pero parece que si nos enteramos de que un político es infiel en su vida amorosa, nos preguntamos cómo va a ser honesto en la política. Si mienten a sus mujeres o maridos, que se supone que son personas a las que quieren o al menos les importan, no podemos fiarnos de que sean sinceros con los ciudadanos, a quienes no conocen de nada y a nivel personal les importamos mas bien poco. 

Probablemente haya dirigentes que hacen muy bien su trabajo y son muy honestos, pero después en su intimidad son unos capullos. Y nosotros ni nos enteramos. En casos así, mientras no se gasten el dinero de todos, creo que es mejor no saber que hacen en su vida privada. Juzgar a las personas por lo que hacen en el ámbito personal es muy peligroso, ya que unos pueden aceptar sin problema lo que para otros resulta inmoral. ¿Y quién determina en un caso así si lo que ha hecho el político está bien o mal? En el caso de Hollande la mayoría vemos mal que sea infiel a su mujer pero seguro que hay quienes lo ven como algo normal. Y no podemos dejar de reconocer que es su vida y nadie puede recriminarle la infidelidad. Sí el hecho de que a sus escarceos llevara guardaespaldas pagados con dinero público.

Es por estas cosas que mucha gente está reclamando transparencia total en lo que a los políticos se refiere. No es lo ideal porque hay muchos aspectos de su vida que son completamente irrelevantes, pero para que los ciudadanos estemos tranquilos y podamos fiarnos de quienes nos gobiernan, es la única manera. Ahora lo tienen muy facil con las redes sociales, a las que muchos mandatarios son asiduos. Hay quienes a diario comentan su agenda e incluso comparten sus actividades privadas. De ese modo se muestran cercanos, sencillos e incluso sinceros, ganándose la confianza de la gente. Aunque pueden mentir u ocultar cosas, claro, pero habrá que fiarse.

martes, 14 de enero de 2014

Teatro en la manifestación de Bilbao

O los del PNV piensan que somos todos tontos o son ellos los que son tontos de remate. Digo esto en referencia a la marcha que tuvo lugar el pasado sábado en Bilbao bajo el lema "Derechos Humanos. Acuerdo. Paz". En un principio esta manifestación la convocó la plataforma Tantaz Tanta con el fin de pedir el acercamiento de los presos de ETA, pero el juez Eloy Velasco la prohibió un día antes. Entonces, el PNV decidió apoyar la convocatoria de una nueva marcha junto a Sortu, Aralar, EA, Alternatiba y los sindicatos vascos ELA y LAB, con la condición de que fuera silenciosa y alegando: "tenemos que consolidar definitivamente un escenario de paz y convivencia para todos". Durante la manifestación -como era de esperar- hubo carteles y gritos a favor de los presos, hecho por el que miembros del PNV declararon después sentirse decepcionados. 

Yo a esto no le veo el más mínimo sentido. Si tan decepcionados se sienten porque pactaron algo que no se cumplió, era tan facil como marcharse de la manifestación y demostrar así que no estaban de acuerdo con lo que se estaba haciendo. ¿De qué sirve secundar la marcha y luego criticarla? Lo que hizo el PNV fue acudir, a sabiendas de lo que se iba a reivindicar, con la idea de criticarlo después, y así todos contentos. Porque si realmente creyeron que iba a ser silenciosa empezaría a creer que son idiotas de verdad. Por otro lado es vergonzoso que los nacionalistas utilizaran el "respeto a los derechos humanos" o la "apuesta por la paz y por la convivencia" como justificación de su apoyo a la manifestación, cuando ni ETA ni los que la apoyan han mostrado el más mínimo atisbo de arrepentimiento. Tantaz Tanta, a la que prohibieron hacer la manifestación, también estuvo presente el sábado, con multitud de personas portando carteles de la iniciativa.

No me gustó nada que los sindicatos ELA y LAB participaran también en la convocatoria. Por todos es sabido que los sindicatos son afines a distintas ideas políticas y muchas veces actúan en función de ellas, pero me indigna que participen en este tipo de actos. La definición de sindicato es: Asociación de trabajadores constituida para la defensa y promoción de intereses profesionales, económicos o sociales de sus miembros. ¿Qué pintan entonces reivindicando el acercamiento de los presos etarras o la amnistía? Ni siquiera deberían poder acudir a manifestaciones que no tengan que ver con la actividad para la que se supone se crearon. En fin, que toda esta gente lo único que está haciendo es reirse en la cara de todo el mundo, hacer lo que les da la gana porque nadie les dice nada. Y así será mientras se lo sigan permitiendo.

viernes, 10 de enero de 2014

Se acabaron las navidades... por fin!

Vuelvo después de bastantes días sin escribir. He tenido unas fiestas navideñas tan ajetreadas que no me han quedado fuerzas para nada más aparte de hacer cenas, comidas, comprar regalos o estar con la familia. La verdad es que han sido unas navidades de lo más movidas y activas, a la vez que agobiantes, sobre todo por tener que contentar a todo el mundo en tan poco tiempo. Son muy pocas ocasiones para compartir con tanta gente. A todos nos apetece vernos en Nochebuena, Navidad o Nochevieja, pero como dice aquel refrán: "con un culo no se pueden abarcar dos asientos". Y eso es precisamente lo que pasa en Navidad, que pretendemos estar en todas partes y no tenemos tiempo. Es entonces cuando llegan los agobios.

Otra cosa que me estresa en estas fechas son las comilonas que nos pegamos. Cuando tenemos invitados a comer o cenar nos volvemos locos y sentimos que no somos buenos anfitriones si no ponemos la mesa a rebosar, no sea que alguien vaya a quedarse con hambre. Y no basta con poner alimentos cotidianos, hay que servir lo mejor entre lo mejor, con el consiguiente gasto que ello supone. En una época en la que a casi todo el mundo le ha tocado la crisis de cerca, son demasiados los que no se privan de cocinar auténticos manjares, aunque ello suponga gastarse un sueldo. Ya se pasará la cuesta de enero como sea. Lo veo una tontería, ya que si lo que realmente importa en estas fechas es estar con los seres queridos, ¿qué más da lo que comamos?

Otro clásico de las reuniones familiares son las discusiones. Con el padre, la hermana, la suegra... En cualquier familia que se precie las broncas suelen ser un invitado más a la cena de Nochebuena. Y parece que no lo podemos evitar porque a cualquiera que se le pregunte te puede contar una y mil anécdotas. Por eso lo mejor es evitar hablar de temas polémicos como política o cualquier tipo de ideología que pueda enfrentarnos con alguien que piense diferente. Lo ideal es que nos centremos en disfrutar del tiempo que pasamos en familia y charlar de temas banales que, por otro lado, nos harán pasar un rato mucho más divertido. Ya habrá tiempo de hablar de cosas importantes.

Personalmente, este año he acabado las navidades mucho más cansada que antes de empezar. Entre cocinar, ir a casa de familiares, volver a las tantas, comprar regalos para toda la familia, pensar en esos regalos... mi cabeza ha terminado un poco saturada. Y por lo que oigo en la calle, a mucha gente le ha pasado lo mismo. El comentario general es "por fin vuelvo a la rutina" o "han pasado las fiestas, por fin". Esto debería hacernos pensar que algo no estamos haciendo bien, si por un lado nos encanta que lleguen las navidades pero cuando estamos inmersos en ellas, deseamos que terminen lo antes posible. Seguramente sea una cuestión de mala organización. Para las próximas fiestas habrá que organizarse de otra manera si no queremos volvernos un poco más locos de lo que ya estamos.