jueves, 26 de diciembre de 2013

Reseña libro “abriendo las alas”, de María José Castaño


Dí con esta novela por casualidad, hace unas semanas, a través del blog "el club de las lectoras", dedicado a los libros. Se organizó su lectura conjunta, algo en lo que nunca hasta ahora había participado y me picó la curiosidad, así que me apunté, me enviaron una copia y apenas un mes después ya la tenía leída. “Abriendo las alas” se puede conseguir en versión digital por solo 0,98€ a través de Amazon. Si eres alguien a quien le gusta mucho leer y no ganas para libros, esto es un punto a su favor. Ahora llega el momento de comentar mis impresiones sobre el libro.




Datos del libro
Título: “Abriendo las alas” 
Autora: María José Castaño 
Páginas: 394 
Publicación: 2013 (Amazon)

Autora 
La autora es María José Castaño, una madrileña a quien le gusta escribir desde siempre. “Abriendo las alas” no es su primera novela, pero sí es la que le ha hecho decidirse a publicar. Ella misma augura que el resto de sus escritos verán la luz algún día, pero actualmente está centrada en escribir la segunda parte del libro que hoy reseño.

Resumen 
Puerto es la protagonista de “abriendo las alas” y la que narra su propia historia. Es una chica joven que carece totalmente de vida propia y se ve condicionada por sus padres, dos feriantes a los que acompaña de fiesta en fiesta por los pueblos. Siempre viajando, no tienen un domicilio fijo por lo que Puerto es una chica solitaria, sin amigos y para colmo, se lleva muy mal con su padre, del que no recibe el más mínimo cariño. Con su madre la relación es mejor pero en el fondo la responsabiliza de no hacer nada por evitar la mala vida que su progenitor les hace llevar a ambas. Una noche, en San José (Almería) Puerto conoce a Román, un chico del que queda prendada al instante, lo mismo que le sucede a él. Al principio ella se resiste a seguir viéndole, dada la vida nómada que lleva le aterra aferrarse sentimentalmente a alguien. Pero ninguno de los dos puede obviar la atracción que sienten hacia el otro y finalmente acaban saliendo juntos. A partir de este momento, la vida de Puerto da un giro de 180 grados, ya no se siente tan sola, pronto se ve integrada en la familia de Román y eso es algo que, aunque le asusta, le resulta muy reconfortante. Pero enseguida se da cuenta de que la familia de Román esconde un secreto que le llevará a tomar una decisión que nunca hubiera imaginado.

Opinión personal 
“Abriendo las alas” es un libro dividido en capítulos no muy largos. Esto me ha venido muy bien porque cuando tengo que parar de leer suelo esperar a terminar un capítulo, me resulta muy cómodo para no perderme a la hora de retomar la lectura. La novela se lee de forma ágil y rápida, no precisa de una especial concentración. Personalmente eso me agrada porque cuando leo, me apetece distraerme, no pensar en exceso. Tengo que decir que me gustan los libros ligeritos, no me importa que sean largos, pero no me gusta tener que pararme demasiado para entender algunas cosas. Para la gente a quién le gusten las novelas más complejas, quizás esta les pueda resultar demasiado light. Diría que “abriendo las alas” es un libro dirigido a un público joven y femenino. Sinceramente no creo que a mi novio, que le encantan los libros históricos, le gustara demasiado. A mí, en cambio, a mis treinta años, me enganchó prácticamente desde la primera página. Influye que me gustan bastante las novelas en las que hay romanticismo, pero si la historia o la narración son malas, no hay nada que hacer. Y en este caso me han parecido buenas ambas.

Les he cogido bastante cariño a los personajes, no solo a Puerto y Román, sino a la familia de éste, a quienes la autora da bastante relevancia ya que están muy presentes en la vida del chico. Algo que me ha chirriado un poco es lo perfectos que son todos, sobre todo las chicas de la familia: la madre cariñosa y comprensiva, la hermana que se hace muy amiga de Puerto y la cuñada que le da consejos para que se integre. Aunque teniendo en cuenta que esta historia puede atraer sobre todo a jovencitas, es lógico que todo sea un poco de color de rosa, que es lo que más suele gustar.

Con este libro me ha pasado una cosa que me encanta que me suceda. He estado tan intrigada que en numerosas ocasiones he dejado de hacer otras cosas para leer y me ha dado mucha rabia cuando he tenido que dejarlo. Durante casi toda la novela se mantiene algún punto de intriga, lógicamente unas veces más y otras, menos, pero engancha bastante y prácticamente no pierde el interés. Otro punto a favor es que no me ha resultado previsible, que es algo que odio en un libro. Leer imaginando lo que va a pasar me cansa y me hace querer dejarlo. Y no hay nada mejor como estar deseando tener un rato libre para coger un libro.

A pesar de saber que habrá segunda parte, creo que el libro perfectamente podría acabar con el final que le ha dado la autora, demasiado acelerado para mi gusto. Al final, hay algunas cosas que avanzan más rápido de lo deseable, teniendo en cuenta cómo se ha narrado el resto del libro. Volviendo a la necesidad o no de una segunda novela, las tramas se resuelven y no da la sensación de que quede nada pendiente para una posterior. Sí es cierto que al final se dejan un par de incógnitas abiertas –no muy relevantes- pero fácilmente podrían ser de esas cuestiones que se dejan a la imaginación del lector. A pesar de esto, me alegro de que vaya a haber una segunda parte, porque me dio pena cuando lo terminé y me han quedado ganas de seguir leyendo historias sobre estos mismos personajes.

Recomiendo este libro por lo fácil que se lee y porque, aunque no es una historia extremadamente novedosa, hace que el lector mantenga constantemente las ganas de seguir leyendo. La autora, sin ser profesional del mundo literario, escribe muy bien, define perfectamente las situaciones y personajes y te hace imaginarlos como si los estuvieras viendo. Creo que a quien le gusten las historias románticas, de esas en las que estás dispuesto a darlo todo por la otra persona, le gustará “abriendo las alas”.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Cuento: La estrellita y el gran árbol de Navidad


En un pueblecito donde hacía mucho frío en invierno, había una casita roja, la más bonita de todas. Allí vivían Lola y su hermano Edu. La casa tenía un jardín en el que les encantaba jugar, sobre todo al escondite y a pillar. Como Lola era más mayor, casi siempre ganaba a Edu y él se enfurruñaba mucho. Aunque algunas veces le dejaba ganar para que no se enfadara. En invierno no salían mucho al jardín porque todo se cubría de nieve y hacía tanto frío que les salía vaho de la boca. Los días que hacía sol, si se abrigaban bien, sus padres les dejaban salir un rato a tirarse bolas de nieve.

Lola tenía seis años y se creía que era muy mayor porque siempre enseñaba a Edu, que tenía tres, todo lo que ella sabía hacer: pintar, leer, contar hasta cien, escribir... Le encantaba ir al colegio porque allí aprendía todas esas cosas que le hacían sentirse tan lista e importante.

Faltaban pocos días para Navidad y Lola estaba feliz, ya que era la época del año que más le gustaba. Una tarde en la que hacía mucho frío y estaba nevando, los padres de Lola sacaron del trastero un montón de cajas llenas de adornos navideños. Cada año decoraban la casa en familia, mientras escuchaban villancicos y tomaban chocolate caliente con bizcocho, que estaba riquísimo.

Lola se fijó en una caja en la que ponía "frágil" y la abrió con cuidado. Revolvió un poco lo que había dentro hasta que le llamó la atención una bola de nieve en la que vio un pequeño pueblo con diminutas casitas, arbolitos y un montón de cosas más. Se parecía mucho al pueblo en el que vivían ella y su familia. A Lola le encantaban las bolas de nieve, así que enseguida la cogió y la agitó con fuerza para ver cómo caían los copos. De repente escuchó una vocecilla que decía:
     
     - ¡Lola! ¡Lola!

Lola se asustó al no saber quién la llamaba, pero continuó jugando con la bola.
     
     - ¡Aquí, dentro de la bola! –escuchó la pequeña de nuevo, esta vez mucho más alto.

Lola miró la bola que tenía en su mano y, dentro, vio una pequeña estrella que la saludaba. Se quedó mirándola con cara de susto al no poder creer que aquella estrellita la estuviera hablando. La estrella, que se dio cuenta de su temor, trató de tranquilizarla.

     - No tengas miedo Lola. Me llamo Vega y vivo dentro de esta bola de nieve –le explicó.
     
     - Pero… las estrellas no pueden hablar –contestó Lola.
     
     - Yo sí que puedo –dijo la estrella-. Pero nadie más que tú puede oírme y necesito tu ayuda.

Lola se quedó pensando. Sentía mucha curiosidad por saber lo que quería pedirle la estrella y finalmente le dijo que sí, que la escucharía. Vega le explicó que solo podían oírle los niños que creían en los deseos navideños y como Lola siempre pedía deseos en Navidad, por eso podía hablar con ella. La estrella le contó que a ella también le gustaba mucho la Navidad y que deseaba iluminar la punta del gran abeto que había en la plaza del pueblo. Pero ella sola no podía salir de la bola de nieve y llegar hasta allí, necesitaba la ayuda de Lola.

     - ¿Qué puedo hacer yo para ayudarte? –le preguntó la niña.

     - Necesito deseos navideños –le indicó Vega.

Lola abrió los ojos como platos porque no entendía nada. La estrella enseguida le explicó que se había quedado atrapada en la bola de nieve y llevaba todo un año dentro de la caja de cartón, por lo que nadie le había pedido deseos y empezaba a quedarse sin energía. Necesitaba los deseos de al menos diez niños para tener fuerzas y llegar hasta lo alto del gran abeto del pueblo. Lola le prometió que intentaría ayudarla.

Lola pensó durante mucho tiempo cómo podía conseguir que tantos niños pidieran un deseo. Después de un buen rato se le ocurrió que podía llevar la bola de nieve al parque. Casi era Navidad y en el colegio les habían dado las vacaciones, así que seguramente sus amiguitos irían allí a jugar. Al día siguiente Lola, Edu y sus padres fueron al parque. En cuanto llegaron, Lola enseñó la bola a los niños y les contó que si pedían un deseo, seguro que se cumpliría.

     - Deseo poder comer mucho turrón –dijo uno.
     
     - Yo deseo tener un hermanito para jugar con él –pidió otro.

     - ¡Y yo deseo que los Reyes Magos me traigan una bici! –exclamó otro.

Uno tras otro, todos los niños pidieron su deseo y la estrellita Vega cada vez brillaba más. Lola estaba muy contenta por estar ayudando a su nueva amiga. Además, se sentía muy afortunada porque solo ella podía hacerlo.

Estuvieron jugando un buen rato y cuando Lola y Edu ya estaban muy cansados, se despidieron de los demás niños y regresaron a casa con sus padres. Después de cenar, como Lola ya era muy mayor, ella sola se lavó los dientes y se puso el pijama. Cuando estuvo lista para ir a dormir su padre la acompañó a su habitación. Lola puso la bola de nieve en la mesilla que había al lado de su cama y se quedó dormida mientras su padre le leía un cuento. Cuando se despertó a la mañana siguiente, lo primero que hizo fue mirar la bola de nieve, pensando que Vega ya no estaría. Para su sorpresa, vio que la estrella seguía allí.

     - ¿Por qué sigues dentro de la bola? –le preguntó-. Ayer todos mis amiguitos te pidieron un deseo.

     - ¡Sí! Y ya estoy fuerte, pero necesito que me lleves a la plaza donde está el árbol de Navidad para poder saltar hasta la punta –le dijo Vega.

Lola le prometió llevarla esa misma tarde. Y así lo hizo. Les dijo a sus padres que le gustaría ir al pueblo a ver el abeto y después de comer fueron todos juntos. Lola metió la bola de nieve en su mochila y cuando llegaron a la plaza la sacó para que Vega pudiera salir. El árbol de Navidad era muy grande, tanto que Edu, que no era tan alto como Lola, no alcanzaba a ver la parte más alta. Su padre le cogió en los hombros para que lo viera bien.

Cuando nadie se dio cuenta, la estrellita Vega salió de la bola de nieve y dio un gran salto hacia la punta del árbol. Estaba muy muy alto, pero como tenía guardados los deseos de un montón de niños, estaba muy fuerte y al final lo consiguió. De repente, todos los que estaban allí vieron que una gran estrella se iluminaba en lo alto del abeto y aplaudieron contentos. Nadie en el pueblo había visto nunca en aquel árbol una estrella tan bonita y que brillara tanto como Vega. Desde entonces, gracias a Lola y a los deseos navideños de los niños, así fue siempre en cada Navidad.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Sube la luz... otra vez

Parece que finalmente la luz subirá en enero... otra vez. El ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, únicamente ha anunciado que se elevarán los peajes eléctricos a principios de año, pero no ha concretado el porcentaje de la subida. Según los expertos, será de aproximadamente un 1,3%. La explicación que da el ministro es que hay que "amortizar el principal y los intereses del desafase entre ingresos y costes del sistema". Esto es algo tan complejo que mucha gente no entendemos, lo único que vemos es aumentar el coste de nuestra factura de electricidad sin tener muy claro el por qué. Y aún puede subir más en función de lo que suceda en la subasta de este jueves, que determinará los precios de 2014.

En 2013 la factura eléctrica se ha encarecido en cuatro ocasiones y en los últimos seis años se ha incrementado un 70%. El recibo de la luz es de los que más cuesta pagar cada mes y tras tantas subidas a muchas familias les está empezando a costar demasiado hacerle frente. La electricidad es un bien necesario, algo que a día de hoy es imprescindible para cualquiera de nosotros. Esperemos no tener que volver a los tiempos en los que se calentaba la leche para el desayuno en un cazo al fuego generado por una bombona de butano, o en los que se utilizaban velas para iluminar los hogares. Aunque no dudo de que algunas personas hayan tenido que recurrir ya a esto por no poder afrontar el excesivo coste de la luz.

España es el tercer país de la Unión Europea con la luz más cara, solo por detrás de Chipre e Irlanda. Para colmo, estos dos países son islas y pagan una tasa de insularidad que en España únicamente tienen Baleares y Canarias. El kilovatio en España cuesta 0,1752 euros, 0,0386 más que la media en Europa, que es de 0,1366 euros. Ignoro el motivo por el cual nuestro país está en la cabeza de carrera de los precios elevados, pero supongo que algo se está haciendo mal, muy mal. Si otros países como Francia o Reino Unido son capaces de ahorrar en la factura de la luz, ¿por qué España no hace más que subir? ¿Por qué no copiamos a quienes lo hacen bien? España va por libre, es incomprensible.

Al final los españoles tenemos la sensación de que nos sangran por todas partes, todo son subidas de impuestos, de tarifas, recortes... No están apretando el cinturón tanto que empezamos a quedarnos sin respiración. Pero como siempre, los sueldos astronómicos y los caprichitos de los que mandan, son intocables. Ellos siguen con sus cómodas vidas sin inmutarse lo más mínimo ante nuestras necesidades. ¿Por qué no destinan parte de sus nóminas a sufragar los gastos a los que estamos haciendo frente los cuidadanos? En mi opinión, porque sacrificarse uno mismo es muy difícil, es mucho más sencillo obligar a los demás a que lo hagan.

 

viernes, 13 de diciembre de 2013

Los peligros de la autodeterminación

"¿Quiere que Cataluña sea un Estado?" y "¿Quiere que sea independiente?". Estas son las dos preguntas que presumiblemente se realizarán a los catalanes el nueve de noviembre del próximo año mediante una consulta popular. Como respuesta al órdago de Artur Mas, Rajoy ha asegurado que dicha consulta no tendrá lugar porque "es inconstitucional". Así lo corrobora el artículo 2 de la Constitución, que habla de una "patria común e indivisible de todos los españoles". A día de hoy, y con la ley en la mano, únicamente el Estado puede aprobar un referéndum, previa convocatoria del Rey. Por lo tanto, de celebrarse, la consulta promovida por Mas sería ilegal.

Dejando a un lado la opinión personal sobre la independencia autonómica, cada vez es más evidente que la carta magna necesita ser revisada y modificada de forma urgente. No se puede obviar el hecho de que el anticuado texto está haciendo posible en las últimas semanas que numerosos delincuentes salgan libres. Volviendo al tema, si la mayoría de catalanes desea que su comunidad sea un estado independiente, ¿por qué no puede serlo? Nadie debería obligarles a pertenecer a un país del que no se sientes miembros. No es cuestión de ser tan excesivamente patriota como Alberto Ruiz-Gallardón, que ha afirmado que el conflicto catalán es asunto de todos los españoles. Me parece exagerado, al menos a mí lo que pase en Cataluña ni me va ni me viene, creo que es cosa de quienes viven allí.

Aunque defiendo que cualquier comunidad autónoma debería poder decidir ser un estado independiente, de igual modo estoy convencida, volviendo a Cataluña, de que si finalmente lo consiguieran, deberían partir de cero y no gozar de las ventajas que España hubiera conseguido como estado hasta ese momento. La más significativa, pertenecer a la Unión Europea. Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, ha manifestado hoy mismo que "desde el mismo día de la independencia Cataluña quedaría inmediatamente excluida del euro, del mercado único y de la libre circulación entre fronteras". El nuevo país tendría que realizar desde el principio el proceso para incorporarse a la Unión Europea, trámite que podría durar años. Eso si ningún país le veta, en ese caso se quedaría definitivamente fuera.

Ignoro lo que ganarían los catalanes en caso de lograr la independencia, a parte de la satisfacción de dejar de ser españoles, que parece que en muchos casos es el sentimiento lo que les mueve. Lo que es más que eviente es la enorme cantidad de beneficios que perderían: ayudas europeas, becas Erasmus, vuelta a las fronteras y al pasaporte, fin del derecho a voto desde otros países, subvenciones a pymes... Por el contrario, los perjuicios, sobre todo a nivel económico serían importantes: empresas catalanas como La Caixa o Gas Natural, que tienen la mayor parte de sus clientes fuera de Cataluña, tendrían que marcharse; los productos catalanes se gravarían con aranceles, deberían crear su propia moneda, un Banco Central y organismos reguladores. En fín, los contras parecen superan con creces a los pros.

¿Son conscientes los catalanes de que la independencia les podría llevar a la ruina? Y lo que es más preocupante, ¿es consciente Artur Mas? Es lógico que la población ignore las consecuencias de la autodeterminación, pero un líder político tendría que ser capaz de poner en una balanza lo bueno y lo malo e indicar lo que realmente es mejor para todos. No se debería tomar una decisión tan importante como es separarse de un país guiándose únicamente por ideas políticas o por sentir rechazo hacia lo español. Otra cosa sería que se pusieran sobre la mesa razones de peso o se creara un estado antagónico al español, cada vez más corrupto e inseguro Pero seamos realistas, eso no va a suceder, los políticos catalanes no son mejores que los de cualquier lugar de España. Buenos y malos hay en todas partes.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

¿Por qué me gusta escribir?

¿Por qué me gusta escribir? Podría contestar ¿Por qué no? Con esto quiero decir que en el hábito de escribir solo veo cosas positivas, personalmente me aporta muchísimas cosas buenas y pocas -por no decir ninguna- malas. La única pega que puedo encontrar -por buscar alguna- es que escribir algo que merezca la pena quita bastante tiempo, y no siempre se dispone del suficiente. Y a veces, cuando se tienen todas las horas del mundo, se queda la mente en blanco y no hay manera de hacer ni una sola línea decente. Por eso a veces hago escritos que no son lo mejor del mundo, pero cuando me apetece coger papel o boli o sentarme delante del ordenador, prefiero hacer algo regular a no hacer nada.

Aspectos negativos a parte, escribir me sirve sobre todo para desahogarme y poder decir lo que pienso y siento siempre que quiero o lo necesito. La hoja en blanco nunca me contradice en nada y acepta todo lo que le digo sin rechistar. Me encanta hablar, opinar, decir lo que pienso de todo y escribir es una muy buena forma de hacerlo. Muchas veces mis ideas quedan para mí misma, únicamente yo leo lo que escribo. Aún así, el rato que paso delante del papel me sirve para reflexionar, sincerarme conmigo misma e incluso darme cuenta de cosas de mí misma que ni sabía.

Como cualquier persona, en ocasiones me siento sola, me aburro, o tengo un problema que me quita el sueño. En esas situaciones poner mi cabeza a trabajar y plasmar mis pensamientos en un relato, un cuento o una simple opinión sobre un tema candente es algo que me ayuda a distraerme y relajarme. Para escribir hay que concentrarse muchísimo, al menos yo lo necesito, debo dejar la mente en blanco y centrarme únicamente en lo que quiero expresar en el papel. Eso hace que saque de mi cabeza las cosas que me inquietan y al menos por un rato me olvido de todo. Eso sí, me olvido tanto lo malo como lo bueno, por lo que ese tiempo es únicamente para mí y mis cosas.

Una de las mayores satisfacciones que me da escribir es que otras personas lean mis textos. Ya sea un cuento, una historia o mismamente este blog, que alguien se moleste en leerlos me agrada muchísimo. Y si gusta es como un premio para mí. Desde pequeña me ha encantado inventar historias y crear escritos de todo tipo. Nunca se me ha dado mal, pero no soy experta ni mucho menos, por lo que recibir buenas críticas sobre algo redactado por mí no puede provocarme sino complacencia. Ya sea para mí, o para quien quiera leerlo, seguiré escribiendo siempre porque es algo que necesito y que ya forma parte de mí.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Trasnochar bajito

Salir por la noche a divertirnos es algo que a todos nos ha gustado en algún momento de nuestra vida. De adolescentes, a hacer botellón en la calle o a beber y bailar a pubs y discotecas y de adultos, a tomar algo a los bares y si hace bueno, a charlar en las terrazas hasta altas horas. A la edad que sea, cuando salimos somos egoístas, muy egoístas, porque solo queremos pasarlo bien y rara vez pensamos en quienes intentan dormir, que es lo que realmente toca a esas horas. Lo que para unos es un rato de diversión para otros se convierte en una pesadilla, al tener que aguantar la juerga debajo de su ventana hasta bien entrada la noche.

¿Tienen el mismo derecho los que salen de fiesta que los que quieren descansar? Como suele decirse, la libertad de una persona termina donde empieza la de otra, por lo tanto, en el momento en que alguien que está de juerga molesta al que está en su casa tratando de conciliar el sueño, debería prevalecer el dormir. Esto, por desgracia, no suele suceder. Muchísima gente se queja del insomnio que sufre, sobre todo los fines de semana, debido al ruido que hacen los que trasnochan. Y esto no solo le sucede a quien vive en zonas de fiesta, cualquier grupo de personas que se junta en la puerta de un bar en un barrio tranquilo, puede amargar la noche a los vecinos que vivan justo encima.

Los propios locales deben hacerse responsables de que sus clientes no generen molestias en horario nocturno y por supuesto, de que su propio negocio no sea el que perturbe el sueño de los vecinos. Esto pasa muchas veces cuando dejan la puerta abierta y se escucha la música desde fuera. Se debe pensar un poco más ya no solo en quienes quieren dormir, sino en los que necesitan hacerlo porque al día siguiente tienen que ir a trabajar. ¿Cómo va a rendir un médico si la noche anterior no ha dormido lo suficiente? ¿Qué peligro puede suponer que un conductor de autobús vaya al trabajo sin haber dormido? Esto no puede suceder porque un fallo de personas con profesiones de semejante responsabilidad puede suponer una fatalidad para otras.

En muchos casos, gente harta de pasar la noche en vela se ve obligada a cambiar de domicilio en busca de algo de paz. Pero esa no es la solución, al menos no debería ser así. Lo peor es que las autoridades no actúan, es más, hacen la vista gorda. La aglomeración de personas en los locales de ocio es sinónimo de consumo e interesa que los negocios funcionen y que la gente se gaste el dinero. Pero ¿dónde quedan los derechos de los afectados? Me temo que importa más tener contento al que sale a dejarse el sueldo que al que no puede dormir. Sería imposible controlar lo que sucede en cada local o zona de fiesta, por eso está en mano de cada uno pasarlo bien pero sin armar demasiado escándalo. Es importante respetar a quien quiere o necesita dormir.