viernes, 29 de noviembre de 2013

Los delincuentes, a la cárcel

Que a nadie le extrañe que cualquier día de estos alguien se encare -o algo peor- a uno de los tantos delincuentes que están saliendo de la cárcel por la anulación de la doctrina Parot. Asesinos, terroristas y violadores están siendo liberados sin pensar ni por un momento en las consecuencias. Si lo hicieran, quizá no les pondrían en la calle tan alegremente.

No me sorprendería que el padre de una niña violada y asesinada se ponga delante del asesino de su hija y decida tomar la justicia por su mano. O que el hijo de un hombre al que un coche bomba quitó la vida, aplique el ojo por ojo con quién colocó el explosivo. ¿Comprenderíamos estos comportamientos? Sinceramente, si nos ponemos en su lugar, creo que sí. Debe ser horrible tener que cruzarse a diario con quien te arruinó la vida.

El otro día escuche decir a Irene Villa, que hace 22 años perdió las dos piernas en un atentado de ETA, que ha perdonado a los terroristas y que de no haberlo hecho no hubiera conseguido ser feliz. Yo no me lo creo. Que una niña de doce años se quede sin piernas de una forma tan horrible y se trunque su vida de semejante manera, no creo que sea algo que pueda perdonarse nunca. Quizás si le pusieran delante al responsable no diría lo mismo.

Desde que se anuló la doctrina Parot mucha gente tiene la sensación de que las calles se están llenando de delincuentes. Y se empieza a oir la palabra "miedo". Miedo a que los liberados vuelvan a delinquir, miedo de las víctimas y sus familias a tener que verles la cara, miedo a revivir todo el daño que estas personas causaron, miedo a que cientos de delincuentes vayan saliendo de la cárcel uno tras otro después de cumplir condenas ridículas...

No me cansaré de decir que algo no funciona bien, que las penas son de chiste, que no se puede permitir que asesinos que ni siquiera han pedido perdón salgan libres, que violadores estén en la calle sin ningún tipo de control. Si esta gente vuelve a delinquir, ¿quién se va a responsabilizar ante las víctimas? ¿Se pedirán explicaciones a Estrasburgo? Mucho me temo que otra corta estancia en prisión y listo. Pero el daño ya estará hecho y ni un millón de años de cárcel lo subsanaría. Mejor sería actuar ahora que aún se está a tiempo.

sábado, 23 de noviembre de 2013

¿Dónde está la crisis?

Me gustaría saber dónde se ha metido la crisis. O dónde está la gente que realmente está sufriendo la crisis. Aunque quizás no me estoy planteando este tema de la forma correcta, a lo mejor debería preguntarme por qué todos los que están sufriendo los reveses de la crisis no actúan como la situación requeriría. Muchísimas personas se quejan de lo mal que están las cosas, de que se trabaja más y en peores condiciones y se gana menos, de que los precios están por la nubes... Y es verdad, son muchos los que han visto reducidos sus ingresos, otros se han quedado sin trabajo o ha  sufrido un ERE. La situación es realmente preocupante con casi cinco millones de parados, pero lo que se ve en la calle, al menos lo que veo yo, no es una actitud de intranquilidad ante tal panorama. 

La gente dice que no hay trabajo, que es muy difícil llegar a final de mes, pero nadie se priva de nada, o al menos no tanto como deberían. Los fines de semana los bares están a rebosar de gente poteando, por las noches los pubs y discotecas hasta arriba de gente, los restaurantes de comida rápida de cualquier centro comercial se llenan cada fin de semana... Y se consume mucho, demasiado. Yo voy a una cafetería y con un café puedo estar más de una hora escribiendo, leyendo o charlando con alguien. Pero lo que veo a mi alrededor es muy distinto. La gente pide algo y en cuanto se lo termina vuelve a consumir. Lo mismo los domingos, es imposible conseguir una mesa, los bares siempre están a tope de gente y sin privarse de nada: marianitos, cañas, rabas... No se nota que el ritmo de consumo haya disminuido. 

Yo creo que la gente tiene que cambiar el chip y no vivir por encima de sus posibilidades. Con esto me refiero a que no se puede vivir al día, gastando todo lo que se tiene y llegando más que justo a final de mes. Y es más que evidente que la mayoría hacen eso. Sobre todo en la gente jóven no se ve una intención de ahorrar, de privarse de ciertas cosas ahora por si hace falta en el futuro. Veo que la gente vive la vida disfrutando ahora todo lo que pueden y sin preocuparse de lo que pueda venir. A cuánta gente le ha pasado que, cuando estaban mejor las cosas, se metieron en hipotecas astronómicasy ahora se han arrepentido por no poder hacerles frente. Es un ejemplo de que por muy bien que vayan todo ahora, eso no tiene por qué durar siempre. Hay que disfrutar de la vida, claro que sí, pero también pensar en lo que podemos necesitar el día de mañana. 

Cada año cuando llega el verano veo como familias a las que no les sobra el dinero se gastan más de mil euros en irse de vacaciones. Porque hoy día si en vez de ir a un sitio que mole te vas al pueblo, eso no son vacaciones. Y el resto del año las pasan putas para no terminar el mes ahogados. Está claro que la gente, por muy justa que esté, no está dispuesta a renunciar a ciertos lujos o caprichos. Y yo eso lo veo como una preocupación hipócrita. Alguien que realmente se agobia por la crisis cambia su estilo de vida, se preocupa de no gastar más de lo necesario, consume pero sin derrochar el dinero y, sobre todo, ahorra, aunque sea poco. Y eso de ahorrar hay demasiada gente que no sabe lo que es. Yo creo que hay que amoldarse a las situaciones, y la que tenemos ahora es muy puñetera. No es fácil sobrellevarla, pero creo que hay que tratar de ser felices con lo que se tiene y pensar que vendrán tiempos mejores.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Padres y asesinos de la niña Asunta

Al fin se ha levantado el secreto de sumario del caso de Asunta, la niña asesinada hace dos meses en Santiago de Compostela. En este tiempo se había asegurado, y todos hemos creido, que los responsables de su muerte eran sus padres, pero no eran sino especulaciones, ya que las investigaciones no habían visto la luz. Pero hoy se ha demostrado que efectivamente fue así, que su padre la drogó con ansiolíticos y después su madre la asfixió hasta matarla.

No puedo sentir más que asco y desprecio hacia estas dos personas. Asunta, que tenía doce años cuando la asesinaron, fue adoptada en 2001, por lo que llevaba toda su vida viviendo con sus padres adoptivos. ¿Qué pudo llevarles a acabar con su vida? Hay quien dice que fue por dinero ya que los abuelos maternos, recientemente fallecidos, habían dejado su herencia a la pequeña. ¿Para qué adoptaron una niña si no la querían? Y en caso de que una vez adoptada, se hubieran dado cuenta de que no la querían, ¿por qué no devolverla? Suena duro, pero mejor eso que asesinarla.

Que uno de los dos sea un miserable, vale, pero que ambos hayan sido partícipes del homicidio de la pequeña, planeándolo, drogándola para que no se enterara de nada... Hay que ser cobarde para ahogar con tus propias manos a una cría que está grogi y no puede defenderse, ni gritar, ni ver lo que le estás haciendo. Qué forma tan cruel y penosa de actuar. Esa mujer se merece sufrir de la peor manera imaginable lo que le quede de vida.

Una vez más tengo que hablar de la porquería de penas que tenemos en España. A los padres de Asunta no les caerán más de veinte años por su crimen y todos sabemos que saldrán de la cárcel mucho antes de cumplir la condena completa. Se portarán bien, trabajarán y en pocos años a la calle. Y más ahora, que viendo el rumbo que está tomando la justicia, en menos de lo que esperamos volverán a ser libres. Como si no hubiera sucedido nada.

¿Qué tiene que pasar para que se endurezcan las penas de una vez? ¿Cuantos niños más tienen que morir a manos de sus padres para que sus asesinos se pudran en la cárcel? A estos parricidas les sale muy barato matar y estamos hablando de la vida truncada de un niño, que es lo más inocente que puede haber. No hay derecho. Que estos desgraciados tengan la posibilidad de volver a ver la luz del día es algo que no entiendo ni entenderé nunca. Esta gente no se merece vivir.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Etapas de la vida

Qué difícil es ponerse en la piel de otra persona, sobre todo cuando se tienen opiniones opuestas o si hay mucha diferencia de edad, lo que supone formas muy dispares de vivir y ver las cosas. Es lo que suele pasar entre padres e hijos, que normalmente están condenados a no entenderse (lo cual no tiene por qué significar llevarse mal).

Cuando somos adolescentes pensamos que nadie nos comprende, que tenemos la razón siempre y que es el resto del mundo quien se equivoca. Creemos que nunca jamás pensaremos o actuaremos del modo en que lo hacen nuestros padres y que cuando tengamos hijos no nos vamos a comportar como nuestros progenitores lo han hecho con nosotros.

Cuando crecemos la cosa cambia y les entendemos mejor de lo que imaginábamos. Y entonces es cuando no comprendemos -e incluso criticamos- la forma de actuar de los adolescentes, cuando nosotros actuábamos del mismo modo. Les vemos como personas irresponsables e inmaduras y en muchas ocasiones hasta nos preguntamos cómo nosotros hemos podido ser así años atrás.

Lo mejor es cuando tenemos hijos. Todas esas cosas que tanto nos molestaban de nuestros padres cuando éramos adolescentes y que juramos y perjuramos que jamás haríamos a nuestros vástagos, las vamos repitiendo una tras otra tal cual las hicieron con nosotros. Y lo hacemos convencidos de que es lo que tenemos que hacer.

La vejez por lo general es diferente. La gente mayor suele comprender mejor, tanto a jóvenes como a mayores. Quizás la madurez y las experiencias de toda una vida hagan ver las cosas de otra manera, tomárselo todo con más calma y no dar tanta importancia a cosas que realmente no la tienen.

Es como si en los genes lleváramos un código no escrito que hace que en cada edad nos comportemos de determinada manera. Al adolescente le toca ser rebelde y pensar que tiene respuestas y soluciones para todo. Una madre no puede evitar chuparse el dedo y limpiar una mancha en la cara de su hijo, aunque cuando fuera niña odiara que se lo hicieran a ella. Lo mismo que un abuelo malcría a sus nietos como nunca lo ha hecho con sus propios hijos.  

Cada etapa tiene su encanto y en realidad la cosa no funciona tan mal estando como está así que ¿para qué vamos a cambiarla? Además, aunque quisiéramos no podríamos, obramos del modo en que lo hacemos porque no lo podemos evitar. Por algo será.

martes, 12 de noviembre de 2013

Propuestas del PSOE... contra el PP

El pasado fin de semana se celebró la Conferencia Política del PSOE, donde mostraron el nuevo rumbo que pretende tomar el partido. Las medidas más importantes son:
  • Impuestos más elevados para los que más tienen.
  • Derogar la reforma laboral del PP.
  • No realizar acuerdos con el Vaticano.
  • Escuela pública laica.
  • IBI obligatorio para las propiedades de la Iglesia no dedicadas al culto.
  • Garantizar una sanidad pública gratuita.
  • Garantizar el derecho a la educación (becas sin exigencias académicas, recuperar jóvenes investigadores, financiar las investigaciones científicas...).
  • Abolir la ley del Aborto (en caso de que la cambie el PP).
Viendo todos estos proyectos que pretenden llevar a cabo me dieron unas inmensas ganas de votarles ya, qué pena que no haya elecciones aún. 

Ahora en serio. Resulta irónico que un partido que hace apenas dos años se vio obligado a convocar elecciones anticipadas dado el descontento general, se presente ahora como la panacea capaz de solucionar todos los problemas. Todo lo que plantean está muy bien, eso no puede negarse, si realmente lo hicieran en caso de salir elegidos nuevamente. Viviríamos en un mundo perfecto. Pero ¿alguien puede creerse una sola de sus palabras? Un partido que ha gobernado hace tan poco tiempo y ha tenido que entregar el poder prácticamente a la fuerza, no puede pretender dar ahora un giro de 180 grados porque lo primero que está haciendo es no ser fiel a su filosofía. Si hace dos años no actuaron así, ¿por qué iban a hacerlo ahora? ¿Por qué no aplicaron todas estas medidas cuando tuvieron la oportunidad de hacerlo? No entiendo mucho de política pero si el PSOE se fue de la manera que lo hizo será porque algo no estaba haciendo bien. Podríamos suponer que de los errores se aprende y que están enmendando sus fallos con estas propuestas pero, francamente, lo único que veo es una crítica a los que ahora mismo ostentan el poder.

Si el PSOE no lo hizo bien en su momento, el PP lo está haciendo mucho peor ahora, es más que evidente, pero eso no justifica que todos los esfuerzos de los socialistas vayan ahora dirigidos a contradecir lo que están haciendo sus oponentes. No veo que planteen soluciones reales y objetivas, si no que únicamente se centran en rebatir una por una cada actuación de los populares. No niego que poder suprimir cada recorte sería ideal, pero no lo veo algo realista. Creo que ni los malos son tan malos, ni los buenos tan buenos. Vivimos un bipartidismo que al final lo único que consigue con cada cambio de poder es marear a los ciudadanos. Cada vez luchan más entre ellos en vez de unirse y pelear por el bien común. Entiendo que cada partido tiene su ideología y que actúan en función de eso, pero en las cosas realmente importantes como sanidad o educación ¿tan difícil es hacer lo mejor para todos sin que pese tanto ser de izquierdas o de derechas? No debería serlo.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Wert no vale

Me produce curiosidad el modo de comportarse del ministro de Educación, José Ignacio Wert. Por una parte creo que no tiene nada de personalidad y por otra, que tiene una gran capacidad para hacer lo que quiere, ignorando lo que se dice de él. Es contradictorio, pero lo veo así. Este señor toma decisiones que rápidamente se ve obligado a deshacer, bajo la presión de su propio partido. Me explico con un par de casos. 1. Hace unos meses elevó a 6,5 la nota media necesaria para obtener un beca. Recibió críticas por todas partes, a lo que respondió bajando la media a 5,5 para algunas de las ayudas. 2. Hace pocos días anunció por sorpresa que este curso solo recibirían beca Erasmus quienes ya la hubieran obtenido el año pasado. Esto lo dijo con el curso ya comenzado. Y más de lo mismo, todo el mundo se le hechó encima y decidió rectificar. Todos los alumnos Erasmus tendrán beca.

Digo yo que si en la vida llegas a ser ministro de un país, tienes que tener la suficiente personalidad como para tomar una decisión y llevarla hasta el final, que si la tomas es porque estás convencido de que es lo más adecuado. Pero no, el modus operandi de Wert es anunciar medidas -por lo general recortes-, recibir críticas de prácticamente todo el mundo, y verse obligado a dar marcha atrás para que no se lo coman vivo. Si eres ministro, antes de hacer algo tan drástico como reducir las ayudas económicas para el estudio, debes pensarlo muy bien, estar muy seguro de lo que estás haciendo, porque si no haces más que rectificar, la imagen que das no es la mejor. Así no se transmite más que inseguridad. O jeta, que es peor. Es poco serio, para qué vamos a engañarnos.

Por otra parte, y ahí es donde viene la contradicción, parece que Wert hace lo que le viene en gana sin importarle lo que piense nadie, ni siquiera su jefe, que esto sí que es grave. Es de los ministros peor valorados de los últimos años, da igual a quién se le pregunte porque casi todo el mundo está de acuerdo en que lo está haciendo fatal, miembros de su partido critican públicamente sus decisiones e incluso el presidente Rajoy ha tenido que meter mano ante sus medidas sinsentido. La imagen que dan todo el partido, ya no solo el ministro, es de ir cada uno va a lo suyo, sin tener en cuenta al resto. Parece que Wert dice "voy a imponer esta medida y si nadie me dice nada y cuela, pues cuela". Alguien que juega a hacer lo que quiere no debería seguir en el puesto de ministro. No todo el mundo vale y está claro que Wert no es la persona apropiada para tomar decisiones tan significativas.




 

martes, 5 de noviembre de 2013

Programa "Salvados" sobre la corrupción

Ayer disfruté mucho viendo el programa Salvados de Jordi Évole, en la Sexta. Aunque también pasé miedo. Me encantó ver a una exconcejala denunciando un intento de soborno, públicamente y sin pelos en la lengua. Carmen Lobo, la susodicha, debía votar a favor de la recalificación de unos terrenos en Camas (Sevilla). A cambio recibiría seis millones de euros y tres pisos. La vida resuelta. Pero votó que no y decidió denunciar lo sucedido. La justicia le dio la razón, pero la condena para los acusados fue de risa: catorce meses de prisión y quince mil euros de multa. La cárcel no la pisaron y la multa... ¡menuda multa para alguien que realiza un soborno de seis millones de euros! El miedo comenzó después de escuchar los testimonios, viendo la panda de maleantes que nos dirigen.

Lo que me tuvo enganchada durante todo el programa fue que estuvo cargado de acusaciones, pruebas, verdades como puños -mal que pese a algunos-. Carmen Lobo, en concreto, me pareció muy valiente por todo lo que contó. Han pasado siete años desde lo del soborno y supongo que la cosa se habrá calmado, pero no creo que cualquiera se atreviera a desvelar todo aquello en la televisión. Una cosa es denunciarlo en los juzgados y otra en un medio público. Admiro su coraje a pesar de las amenazas.


Otro caso que me llamó la atención fue el que contó Fernando Urruticoechea, que trabajó como interventor en el ayuntamiento de Castro Urdiales (Cantabria). El interventor es quien controla que todo se haga de forma legal. Urruticoechea trabajaba para el Estado pero su sueldo y la mayoría de las cosas que rodeaban su día a día, las controlaba el alcalde. ¿Cómo podía así realizar bien su función? Tarea imposible. Él mismo se quejaba de las ilegalidades de ese ayuntamiento y, aunque ha conseguido alguna imputación y condena, denunció que en demasiadas ocasiones sus informes no sirvieron para frenar la corrupción.

El último de los entrevistados fue Pablo Crespo, exsecretario de organización del PP en Galicia. Me dejó con la boca abierta cuando reconoció la financiación ilegal de su partido mientras trabajó en él. Incluso confesó haber repartido personalmente sobres de dinero negro. Antes de terminar, Crespo se atrevió a decir que tanto Rajoy como el resto de miembros del partido, conocían la forma de financiación del mismo y asumían esta ilegalidad como algo normal. No sé si es verdad o no, pero hay que tener agallas para soltar semejante acusación. Quizás es que ya no tiene nada que perder.


La parte negativa del programa, o mejor dicho de lo que en él se dijo, es el mal cuerpo que se queda tras escuchar tantas barbaridades de mano de personas que se nota que saben de lo que hablan. Es horrible darse cuenta de que estamos en manos de una panda de corruptos, que no tiene más que llenar un maletín de billetes para conseguir lo que quieren, dañen a quien dañen. La sensación tras el programa es de miedo, por lo que nos están haciendo sin que nos percatemos de nada, por lo que va a venir, miedo por no poder evitar que quienes tienen la sarten por el mango nos manejen a su antojo. Como bien decía Jordi Évole en Twitter: "la noche de miedo de Halloween se traslada al domingo...".