jueves, 31 de octubre de 2013

Secuelas emocionales

A pesar de que algunos dicen que estamos empezando a salir de la crisis, que ya comienza a verse la luz al final del tunel, que a partir de ahora las cosas van a mejorar, a mí me parece que estamos peor que nunca. Al menos en lo que al ánimo se refiere. Esta crisis está dejando muy tocada a mucha gente y eso es algo de lo que no va a ser tan fácil salir. Son muchos los que piensan que la culpa de nuestra situación la tienen los políticos, su ansia de ganar más y más, haciendo muy mal las cosas. Yo estoy empezando a pensar que es verdad. Desde hace mucho, no hay un solo día en el que los medios no hablen de algún caso de corrupción, políticos que han robado lo que han querido y más, infantas estafadoras... 

El tema de la infanta Cristina es caso aparte. Me flipa esta mujer. Naces infanta, hija del Rey de España, tienes tu asignación mensual sin necesidad de mover un dedo, "consigues" un buen trabajo en la Caixa por el que cobras mejor que bien (más de cien mil euros anuales) y no contenta con todo eso, te alías con tu marido para crear una empresa a través de la que poder estafar todo lo habido y por haber. Lo mejor es que cuando te pillan, eres caballito blanco porque eres hija de quien eres. No entiendo cómo esta señora no está aún imputada, sea la hija del Rey de España o del papa de Roma.

No puedo dejar de recordar a otras joyitas como Bárcenas, Julián Muñoz, Camps, Fabra o Jaume Matas. Son tantos y tantos los imputados por corrupción que resulta muy complicado pensar que quede alguno bueno. Yo no sé si siempre ha existido gente así y es ahora cuando está empezando a salir todo esto a la luz, o es que los políticos se han vuelto más ambiciosos y menos honrados con el tiempo. Lo que sí sé es que el panorama político español es muy triste, a la vez que da bastante asco. Ver a gente que no tiene para comer, mientras ellos viajan en sus cochazos oficiales y tienen sueldos mucho más altos que los de la mayoría, es simplemente inaceptable. Es un tema muy preocupante, la verdad.

Yo no tengo mucha idea de economía e ignoro si es cierto que estamos poco a poco saliendo de la crisis. Personalmente no lo creo, viendo la situación de mucha gente que me rodea y la mía propia. La sensación que tiene la mayoría es que a día de hoy parece imposible encontrar trabajo. Lo que tengo claro es que durante todos los años que llevamos en crisis, nuestros dirigentes -sean del partido político que sean- han perdido la confianza de los ciudadanos. El que no nos la pega de una manera lo hace de otra, da igual su forma de pensar. Quien no roba explícitamente nos ahoga a impuestos y recortes, con la excusa de que hay que ahorrar y sacar dinero de donde sea. Eso sí, mientras ellos no se privan de nada. Una vergüenza.

Imaginemos que dentro de un año hemos salido de la crisis. Todo empieza a mejorar, crece el empleo, etc. Pero la gente no confía en quien está en el poder, están dolidos por todo lo que está sucediendo ahora (robos, recortes, tasas...). ¿Cómo va a ir bien el país si no confiamos en quien nos gobierna? Es cierto que nosotros somos quienes les elegimos, pero sinceramente, ¿no son todos parecidos, sean del color que sean? Ya es hora de que dejen de robarnos, de tomarnos el pelo, de reírse en nuestras caras quitándonos lo que es nuestro solo porque pueden hacerlo sin dar explicaciones. Veo las caras de quienes hoy día componen los grupos políticos y no siento más que vergüenza ajena. Y miedo, pensando lo que se nos puede venir encima.

sábado, 26 de octubre de 2013

Políticos marionetas

¿Cualquiera puede llegar a ser presidente? ¿O ministro? ¿O alcalde? Si echamos un ojo al panorama político de España la respuesta sería un sí rotundo. El caso más grave es el de Mariano Rajoy, actual Presidente del Gobierno, el que se supone es la mayor autoridad y representación de España -con permiso del Rey-. Rajoy es de profesión abogado. Un abogado al que un buen día le picó esto de la política y ahí le tenemos, dirigiendo un país. No sabe inglés, ni parece que después de dos años al frente del país vaya a aprenderlo. Ha soltado lindezas del tipo "it's very difficult todo esto" y recientemente, defendiendo la candidatura de España para los Juegos Olímpicos, no fue capaz de hacer su discurso en inglés. Sus predecesores, Zapatero y Aznar, no lo hicieron mucho mejor.

La persona que aspire a dirigir un país, e incluso una ciudad, debería tener formación y experiencia suficientes para poder desenvolverse con soltura en diferentes situaciones, por sí solo, sin la ayuda de nadie. Es obvio que un presidente estatal debe contar con asesores y expertos que le aconsejen y ayuden a tomar las decisiones, pero no que le hagan todo el trabajo y él solo ponga la cara. Y en España da la sensación de que eso es lo que sucede. Cuando un alto cargo da un discurso es demasiado evidente que lo lee o que lo tiene aprendido, en el mejor de los supuestos. Y en caso de tener que responder a preguntas, muchas veces quedan en evidencia por no saber qué responder o hacerlo con evasivas o respuestas sin sentido.

Esta es la gente que nos dirige, que se supone tiene que sacarnos de la malísima situación en la que nos encontramos. Habremos de confiar en que los que están detrás sean profesionales de verdad y sepan lo que hacen, porque si tenemos que fiarnos de que los políticos marionetas que nos gobiernan nos lleven a algún sitio, mal vamos. El ministro de educación Wert, por ejemplo, que la está liando parda con su famosa reforma educativa, es otro abogado con aspiraciones políticas y un máster en sociología. ¿Qué sabe este señor de lo que les conviene más o menos a millones de estudiantes?

Creo que si se fuera más exigente a la hora de elegir a toda esta gente las cosas irían mucho mejor. No digo que tengan que ser eminencias, pero hay unos mínimos que deberían cumplirse. Por ejemplo, los ministros, deberían ser personas sumamente entendidas en su área, expertos en su campo que, aunque se dejen guiar por otras personas, sean los que verdaderamente saben lo que están haciendo. Y ¿qué decir del presidente? Qué menos que saber idomas para no depender de un auricular o intérprete cada vez que sale al extranjero. Pero no, en vez de eso, cualquiera puede llegar a dirigir un ministerio y, lo que es peor, un país, sin ningún tipo de requisito previo, más que caer simpático a quienes le votan. Así nos va.

martes, 22 de octubre de 2013

Asesinos en libertad

Hoy ha quedado en libertad la etarra Inés del Río, condenada a casi 4.000 años de prisión por cometer 24 asesinatos. Tan solo ha pasado 26 años recluída. En 2008 la Audiencia Nacional le aplicó la doctrina Parot, que le obligaba a cumplir cada pena de forma individual, una vez finalizada un condena comenzaría otra, y así sucesivamente. Se pretendía así alargar su estancia -y la de otros tantos asesinos- en la cárcel. Pero el Tribunal de Estrasburgo derogó ayer la doctrina, lo que ha permitido que la etarra saliera de la cárcel de forma inmediata. Se ha tenido en cuenta el Código Penal de 1973, por el que fue condenada, y que fija en 30 años el tiempo máximo que alguien puede pasar en prisión. Un insulto para las víctimas y sus familias.

Yo creo que tanto en 1973, como ahora, como dentro de cien años, una persona que mata a sangre fría a 24 personas -o únicamente a una- no debería volver a ver la luz del sol nunca en su vida. Me da igual que sea un terrorista, un violador o alguien que va a robar a un comercio y mata al dependiente. Quien quita la vida a otra persona debería ser recluído para siempre. Mi opinión es muy tajante pero no puedo pensar otra cosa teniendo en cuenta el dolor que estas personas causan de forma totalmente injustificada, aunque algunos de ellos intenten justificar sus acciones.

Sinceramente, no creo en la reinserción de los asesinos, ni siquiera creo que merezcan una segunda oportunidad. Por mucho que se arrepientan y se conviertan en buenísimas personas -cosa que dudo-, la persona a la que han matado no va a volver nunca y las familias de las víctimas van a sufrir toda la vida. ¿Cómo alguien que ha matado puede merecerse comenzar una nueva vida? Me parece indecente que estas personas puedan vivir como si nada hubiera pasado, tener un trabajo, ir al cine, a cenar, celebrar cumpleaños, en definitiva, tener una vida feliz, cuando son los responsables de que sus víctimas no puedan hacer esas mismas cosas.

La culpa de que suceda esto la tienen las leyes de risa que hay en este país. Es vergonzoso que para delitos de sangre se establezcan límites en la penas, que se conmuten las condenas por trabajar o por buen comportamiento, que mientras mujeres, hijos o padres de las víctimas sufren toda la vida, a sus asesinos se les ayude a ser mejores personas, se les mantenga en la cárcel con nuestro dinero, se les intente reintegrar en la sociedad o se les ayude a conseguir un trabajo cuando salen de prisión. La vida es lo más valioso que tenemos y nadie debería poder arrebatarnos eso. Por eso pienso que una persona que mata porque sí no merece nada, sino pasar entre rejas el resto de su vida.