jueves, 5 de septiembre de 2013

Prohibido niños

Cada vez son más los locales que se animan a colgar el cartel de "prohibido niños". Sí, sí, niños, que no animales. Estamos más que acostumbrados a que no dejen entrar a restaurantes u hoteles con perros pero ¿niños? ¿Tanto molestan estas pequeñas personitas como para tener que vetarles? Seguro que hay opiniones para todos los gustos, algunos estarán agradecidos de poder cenar sin aguantar gritos y lloros y otros se sentirán indignados porque se trate a los niños como personas non gratas.

En España ya existen bastantes bares y restaurantes -e incluso algún hotel- que no permiten la entrada de menores, ya sea con o sin padres. En Bilbao, por ejemplo, hay un bar con un cartel que reza: "reservado el derecho de admisión a los menores de edad, acudan solos o acompañados". El objetivo es ofrecer a los clientes un ambiente tranquilo y relajado, sin tener que soportar carreras, gritos o lloriqueos. No lo veo como algo malo, no es que se rechace a los niños por el hecho de serlo, si no que se trata de evitar lo molesto de su comportamiento. Probablemente estos locales habrán tenido malas experiencias con menores, habrán recibido quejas de clientes molestos y por eso se han decidido a tomar esa decisión.

Es comprensible que hayan empezado a surgir este tipo de iniciativas, teniendo en cuenta que la mala conducta de un niño puede alterar el ambiente de todo un restaurante. Y eso no es justo para el resto de clientes. Esto sucede muy a menudo, la mayoría de veces por culpa de los padres, que no saben -o no quieren- darse cuenta de que su hijo o hija no se porta bien. Esas cosas hay que pensarlas antes de salir y si se sabe que el crío la va a liar, mejor quedarse en casa. Sin embargo, si un menor tiene un buen comportamiento, no veo problema en que acompañe a sus padres. Si al de al lado le molesta que haya niños, ya es problema suyo.

Lo mismo que existen clubs privados de fumadores o locales para gays, no veo nada de malo en que haya sitios en los que únicamente se admitan personal adultas. Al fin y al cabo son lugares privados y cada uno en su negocio, en teoría, puede hacer lo que le venga en gana. Hay muchísimas personas a las que, sin tener nada en contra de los niños, no les gusta su compañía y también tienen derecho a salir a comer a sabiendas de que van a estar en un ambiente de gente adulta. Eso sí, siempre y cuando sean unos pocos los locales que ofrezcan este servicio y sigan prevaleciendo los que dejan entrar a cualquiera, independientemente de la edad.

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