viernes, 30 de agosto de 2013

Reforma laboral para todos

De 41 a 5. Esa es la reducción que va a efectuar el Gobierno en los modelos de contrato que estarán disponibles para los nuevos empleos. Fátima Báñez, ministra de Empleo y Seguridad Social, aclaró ayer jueves que los únicos tipos que existirán son: indefinido, temporal, de relevo, de prácticas y de formación y aprendizaje. La ministra cree que hay necesidad de simplificar los modelos de contratos para "facilitar la toma de decisión empresarial de contratación". También se van a mantener los incentivos existentes actualmente, pero se agruparán en un único texto, para "presentarlos de forma más clara", ha dicho Báñez.

A simple vista las medidas anunciadas por la ministra no parecen malas. O eso es lo que quieren que parezca. Se trataría de simplificar el máximo posible las cosas para incentivar a los empresarios a crear empleo. Pero como era de esperar, no todo el mundo se lo ha tomado igual. Para la patronal se trata de algo muy esperado, ya que aseguran que de los 41 tipos de contratos existentes, apenas usan cinco o seis. Los sindicatos, por el contrario, lo ven como "una burla" y dicen que el verdadero problema a solucionar no son las reglas de las contrataciones, si no el uso fraudulento que se hace de ellas.

Llama la atención que el Ministerio de Empleo se haya preocupado tanto por organizar los modelos de contrato en vez de interesarse por terminar con los abusos que, cada vez más, comenten los empresarios. Para darse cuenta de esto no hace falta ser un experto, cualquier persona que esté buscando empleo puede ver fácilmente que cada vez hay más ofertas en las que es requisito indispensable poseer un certificado de discapacidad. ¿Por qué? Contratar personas discapacitadas supone una serie de bonificaciones, deducciones, subvenciones... muy jugosas para las empresas.

Personalmente siento vergüenza ajena cada vez que veo una oferta de empleo en la que piden ser discapacitado. ¿Desde cuándo es ese un requisito para trabajar? Es de chiste. ¿Dónde han quedado el inglés o la informática como requerimientos? Creo que eso es lo que el Gobierno debería tratar de solucionar, persiguiendo y castigando a quienes tratan de engañar para pagar menos o ganar más. Porque eso es lo que hacen estas personas, estafar. Me parece penoso y de tener la cara muy dura. Una cosa es hacer entrevistas de trabajo a todo tipo de gente y que la persona mejor cualificada sea alguien con algún tipo de discapacidad y otra muy distinta es que sea condición expresa.

Algunos ejemplos de ofertas de empleo en las que piden discapacitados:
- Aux. Administrativ@ con cert, discapacidad (Bilbao)
- Personal con discapacidad (Barcelona)
- Carretillero con discapacidad para fábrica (Guadalajara)
- Operarias de limpieza con discapacidad (Manresa, Barcelona)
- Jóvenes recién licenciados con discapacidad (Madrid)

Yo no entro en si la reducción de los tipos de contrato va a ser algo bueno o malo. No soy experta en el tema y no puedo saber si va a ayudar en algo, tanto a empleadores como a trabajadores. Escuchando las explicaciones que se han dado sí que es verdad que parece que todo va a ser mucho más fácil, aunque también hay que decir que si los empresarios sólo venían usando hasta ahora cinco o seis tipos de contrato, tampoco es que vaya a cambiar mucho la cosa. Ya veremos. Lo verdaderamente importante es que la ministra Báñez y su Ministerio se preocupen de evitar los abusos de las empresas, que no permitan que se publiquen anuncios como los que he mencionado. Si los empresarios le echan morro y el Gobierno se lo permite, vamos apañados. 



viernes, 23 de agosto de 2013

La maldición de los incencios en verano

Verano es igual a sol y temperaturas altas, altísimas en algunos lugares. Y más sol. Así día tras día. Son las condiciones idóneas para los incencios. Muchas veces suceden por imprudencia de dejar una botella tirada o arrojar una colilla en el monte pero, en otras muchas ocasiones, demasiadas, porque a algún loco no se le ocurre nada mejor que hacer que prender fuego a una montaña. ¿Por qué? Quién sabe. Ignoro si estas personas son conscientes de las consecuencias de sus actos o si no piensan lo que hacen. Quiero creer que es lo segundo, que son gente enferma y que lo hacen desde la más absoluta de las inconsciencias. Aunque me da que en muchas ocasiones lo único que les mueve es fastidiar. 

En los últimos días ha habido varios incendios importantes. En Ourense por ejemplo, han ardido, entre otras, dos grandes superficies de monte, habiendo tenido que desalojar a multitud de vecinos y teniendo en vilo tanto a la población como a los bomberos y autoridades. Entre los dos incendios se ha quemado una superficie equivalente a ciento cincuenta campos de fútbol. Una gran catástrofe, sin duda, que la policía cree obra de pirómanos. Algunos puntos de Madrid, Castilla y León, Castilla-La Mancha o Mallorca también están siendo o han sido recientemente pasto de las llamas. Cientos de personas movilizadas, ayudando, preocupadas, pero dándo todo de sí para acabar con el fuego cuanto antes. Cosa que en ocasiones sucede transcurridos varios días.

La multitud de incendios que se dan en la temporada estival supone un gasto enorme, dado el amplio despliegue necesario para su extinción. Helicópteros, bomberos, policía... todo lo que haga falta para conseguir apagarlos. Pero ¿quién costea semejantes movilizaciones? Evidentemente se paga con dinero público, ya que son los servicios públicos los que se hacen cargo del problema. Algo injusto en el caso de los fuegos provocados. Es probable que un pirómano termine en la cárcel si lo pillan, pero dudo mucho que le condenen a pagar los costes de la extinción del incencio que ha provocado. Y aunque le multaran, con declararse insolvente asunto solucionado.

El Código Penal español, en lo referente a los incendios forestales, castiga al pirómano con entre diez y veinte años de prisión si se ponen en peligro vidas humanas, y entre uno y cinco años si no se ve amenazada la integridad física de las personas. O sea que alguien que provoca la quema de una gran superficie, pero no pone en peligro la vida de nadie, puede estar tranquilo porque es probable que solo le caiga un año de cárcel y a lo mejor, si ha sido bueno en el pasado, no llegue ni a ver la celda. ¿Por qué no se castigan más duramente este tipo de acciones que destrozan tantos y tantos paisajes cada verano? ¿Por qué las leyes españolas -no me cansaré de decirlo- son tan blandas? Es tristísimo ver cómo todos los años arden cientos de hectáreas de montes. Montes que nos dan la vida y que, por desgracia, algunos se empeñan en destruir.

martes, 20 de agosto de 2013

Dependientes con cero profesionalidad

Hay gente que parece que no le gusta trabajar. Bueno, seamos sinceros, casi nadie trabaja por gusto, pero quien tiene la suerte de tener un empleo, debería molestarse en cuidarlo y realizar sus funciones lo mejor posible, le guste o no lo que hace. En concreto me refiero a quienes trabajan de cara al público. Qué rabia me da entrar en un comercio -tienda, bar, etc.- y que los empleados no me traten bien. Con esto no quiero decir que me hagan la ola ni que me alaben, pero un mínimo de interés, qué menos. Porque hay lugares en los que llegas y te sientes invisible, ni siquiera un "hola, buenos días" o "¿en qué puedo ayudarle?". Así empezamos mal. Mucho me tiene que gustar algo para que termine comprando allí porque, lo reconozco, si los dependientes no demuestran un mínimo de modales me encabrono, no puedo evitarlo.

Cuando hablo de modales no me refiero a la famosa frase "el cliente siempre tiene la razón", porque no creo que sea así, quiero decir que se debe saludar cuando alguien entra por la puerta, ofrecerle ayuda, que sepa que hay una persona ahí en caso de necesitarla. Hay muchísimas tiendas -sobre todo las que son muy grandes- en las que cuesta Dios y ayuda localizar a un vendedor para consultarle algo. Y no me refiero a que estén ocupados y haya que esperar, que eso es normal, sino a cuando te recorres la tienda en busca del vendedor perdido, y te lo encuentras cuatro secciones más allá, hablando con su compañero/a. Y cuando les llamas te echan una miradita que parece que tienes que sentirte culpable por haberles interrumpido. Sin comentarios.

Esto de hablar entre compañeros de trabajo sucede mucho. Me ha pasado varias veces en la caja del supermercado, mientras espero mi turno, que la de delante mío y la cajera -que se conocen- se cuentan sus cosas e incluso siguen charlando mientras ya es mi turno. Con lo cual, la cajera me atiende y me cobra mientras habla con su amiguita, sin decirme "hola", "gracias" e incluso casi sin mirarme a la cara. Eso sí, yo me he enterado de la vida de las dos. También en algunas tiendas de ropa es muy habitual escuchar cómo las empleadas hablan entre sí y se cuentan su vida mientras cobran. Qué digo yo que a mí qué me importa cuándo coge la gente las vacaciones o con quién dejan este año al niño. Son cosas que dan muy mala imagen.

Hablando de mala imagen, el aspecto de los comercios también es algo que debería cuidarse muchísimo. Hoy mismo he ido a una tienda de muebles en la que viendo la hierba que bordeaba la entrada parecía que daba acceso a la mismísima selva. No podía estar más descuidada, al igual que las banderas que ondeaban junto al parking, descoloridas y roñosas a más no poder. Un lugar así no invita a entrar y si decides hacerlo y encima el trato que recibes no es el correcto, apaga y vámonos. Que tenga que ir yo a buscar a un empleado hasta la otra punta de la tienda me pone de muy mala leche. No digo que me sigan como en una tienda de chinos, pero al menos debería haber personal por el local por si los clientes necesitan algo. Si no veo que se interesen en que les compre nada, me marcho sin comprar.

Creo que para trabajar de cara al público hay que tener un carácter especialmente afable y ser paciente. No debe ser fácil tratar con determinadas personas y estoy segura de que hay clientes a los que apetecería dar una patada en el culo. Por eso estoy convencida de que no todo el mundo vale para ese puesto, yo misma creo que no aguantaría ni dos telediarios. Por eso digo que este tipo de trabajos requieren de personas que sean capaces de ponerse una sonrisa en la cara, aunque a veces sea falsa porque no tienen un buen día, personas que sean amables, educadas y atentas con los clientes. Por dar una mala atención se puede perder una venta y un cliente para siempre. Y al contrario, un trato amable puede hacer ganar fieles clientes. Personalmente, si algo me gusta y además me tratan bien, repito sin duda.

lunes, 12 de agosto de 2013

La política, para los políticos

¿Por qué todo tiene que girar en torno a la política? La ideología condiciona muchos de los hábitos y comportamientos de las personas, hace que la gente prejuzge a los demás sin molestarse en conocerles primero y, muchas veces, es fuente de serios conflictos. Por ejemplo, en comunidades donde existen grandes discrepancias ideológicas entre la población, como pueden ser Cataluña o el País Vasco, es común que se den enfrentamientos entre los que piensan que todo es blanco y los que creen que todo es negro. Porque para la gente con fuertes convicciones políticas no existe el gris, están en los extremos de un camino por el que nadie está dispuesto a avanzar, no sea que se encuentren con el contrario. Pero, con los millones de personas que somos en el mundo, ¿cómo vamos a pensar todos igual?

Me da muchísima rabia que las personas no respeten la forma de pensar de los demás. Suele pasar que quienes defienden fervientemente unos ideales no respetan los de los demás e incluso critican e intentan imponerse sobre el resto. Eso no es justo, cada persona tiene derecho a pensar lo que quiera y nadie tiene por qué tratar de obligar a nadie a pensar de una determinada manera. Esto pasa mucho cuando hay una huelga general. Para algunos el derecho a manifestarse se convierte en una obligación, hacia ellos y hacia los demás. A través de los piquetes "informativos" -o eso dicen ellos- obligan a cerrar comercios que deciden abrir y dificultan que la gente que quiere ir a trabajar pueda hacerlo. Es decir, como ellos deciden hacer huelga, todo el mundo debe hacerla. Y punto.

Yo no me considero afín a ningún partido político porque me parece que todos tienen sus cosas buenas y sus cosas malas. Sería incapaz de defender cien por cien a ninguno porque no puedo estar de acuerdo con todo lo que defiende un partido. Creo que es imposible que nadie pueda hacerlo. Por eso me da mucho coraje que los militantes de los grupos políticos digan siempre amén a cada decisión o idea de su partido. Estén de acuerdo o no, lo defienden a capa y espada. No es habitual que renieguen o manifiesten desacuerdo con determinadas ideas del partido. No sea que el jefe se enfade y les eche. Quizás las cosas irían mejor si los políticos se dedicaran más a intentar mejorar las cosas y menos a tirar piedras sobre el tejado del de enfrente. Porque si eres de PP tienes que criticar al del PSOE, y viceversa.

Otra cosa que no me gusta nada es que en los eventos deportivos o en grandes actos públicos haya quien quiera meter la política como sea. Me refiero a quienes van con las banderitas independentistas a todas partes. Todas las ideas son respetables, pero a un estadio se va a ver el partido, no a exhibir la ideología de uno. Creo que se debería prohibir mostrar símbolos políticos en este tipo de actos. Además, sólo los radicales pueden hacerlo, porque si por ejemplo a alguien se le ocurre ir a un campo de fútbol vasco con una bandera española, la que se puede liar. Y digo yo que el español, en teoría, tendría el mismo derecho que el vasco. Esto lo dice una de Bilbao, que conste. Como es imposible que todo el mundo piense igual, lo que toca es respetar y aprender a convivir.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Ryanair: todo por la pasta

Hoy he escuchado una de las noticias más indignantes que he oído últimamente. Resulta que Ryanair, esa compañía aérea tan barata, esa cuya política de ahorro de costes le ha acarreado varios sustos, poniendo en riesgo la vida de cientos de pasajeros, decidió duplicar el precio de los billetes Madrid-Santiago tras el accidente de tren de hace dos semanas. Familiares de víctimas que compraron sus pasajes nada más conocer el accidente, vieron como en el momento de volar el precio se duplicó. La única opción que tenían, si querían llegar cuando antes al lugar del accidente, era aceptar esa subida. A pesar de todo, Ryanair niega la mayor y acusa a Rumbo, agencia on-line a través de la que se vendieron los billetes de la discordia, de la injustificada subida de precios. Rumbo niega estas acusaciones y culpa únicamente a la aerolínea.

Ryanair es famosa por jugar con el límite legal para ahorrar y poder vender así los billetes a un precio bastante inferior al de otras compañías. Una de las medidas que más problemas les ha traído es la obligación que tienen los pilotos de volar con el combustible justo para el trayecto que van a realizar. Si al aterrizar sobrepasan el límite establecido pueden ser amonestados. Como consecuencia, en varias ocasiones aviones de la aerolínea han tenido que realizar aterrizajes de emergencia por no contar con suficiente combustible para llegar a su destino. Es increíble que jueguen así con la seguridad de tantas personas. Y mucho peor que les dejen hacerlo. Otras decisiones y propuestas de Michael O´Leary, Consejero Delegado de Ryanair, son: eliminar aseos en los aviones para poner más asientos, cobrar por ir al baño, instalar asientos verticales para que la gente vuele de pie, instar a las azafatas a perder peso para ahorrar en combustible, eliminar al copiloto...

Todas estas medidas pueden ser más o menos aceptables -depende del ojo con que se mire-, pero el asunto de la subida del precio de los billetes es simplemente vergonzoso. Sea quien sea el que haya tomado esa decisión es una persona inmoral y deberían tomarse medidas en su contra. O´Leary ya declaró en 2008: "Los mayores beneficios se obtienen de amigos y familiares que acuden al funeral de un fallecido. Reservan tarde porque no tienen la fecha con antelación y pagan el precio que sea porque deben hacer el viaje". Este señor no tiene vergüenza. Entiendo que como director de una empresa que es, debe buscar beneficios, pero hay situaciones y situaciones. Es inaceptable que alguien intente ganar dinero a costa de personas que acaban de perder a un ser querido de una forma tan trágica. Alguien debería parar los pies a esta gente tan despreciable.

A pesar de todo muchísimas personas han comprado, compran, y seguirán comprando billetes en Ryanair. El motivo: que la diferencia de precio respecto a las demás aerolíneas suele ser muy alta. Por ejemplo, un vuelo de ida y vuelta de Santander a Roma para dentro de dos meses cuesta 42,24€ con Ryanair y 124,30€ -el triple- con Vueling, la siguiente compañía más barata. Ante tal diferencia la mayoría, aunque disconforme con la filosfía de la compañía, elegiría Ryanair. Esto puede parecer hipócrita pero es comprensible tratar de gastar lo menos posible, sobre todo frente a importes tan desiguales. Es la pescadilla que se muerde la cola. Con unas tarifas tan bajas la gente va a seguir comprando, lo que hace que la aerolínea aumente sus beneficios y pueda así actuar como le venga en gana. Es lo que tiene jugar al límite de la ley, pero dentro de ella, que nadie puede hacer nada en su contra. Triste pero cierto.

viernes, 2 de agosto de 2013

No nos dejemos tomar el pelo

Tengo la sensación de que quienes tienen el poder nos toman el pelo. No me refiero únicamente a los políticos, banqueros, etcétera, si no a cualquiera del que dependamos, incluso en lo más cotidiano del día a día, como pueden ser las compañías eléctricas o los servicios públicos. Hacen lo que quieren con nosotros, con nuestro dinero, con nuestras pertenencias, y muchas veces no podemos hacer nada, no está en nuestra mano evitarlo. Muchas veces cuando he tenido problemas de este tipo he pensado "y yo en casa". Hay demasiada gente que, además de ir a trabajar sin ganas, se esfuerza lo mínimo en hacerlo bien. Como consecuencia, se atiende mal al público, no se hace caso a los clientes...

De los políticos ¡qué decir! Últimamente salen chorizos por todas partes. Y sinvergüenzas que tapan a los chorizos, que casi es peor. Desde hace tiempo están saliendo tantos casos de políticos corruptos que cuesta creer que quede alguno honrado. Que estoy segura de que lo habrá, pero hay que hacer un ejercicio muy grande de fe para creerlo. Hoy, viendo la comparecencia de Rajoy sobre el caso Bárcenas me he puesto mala. Creo que hay que tener mucho valor para salir a decir que no tenía ni idea de lo que ese señor hacía con las cuentas del partido, que en el PP nunca se ha pagado en "B", que siempre se ha hecho todo de forma legal... y unas cuantas tonterías del estilo que no hay quién se crea. Y es que en el supuesto de que las afirmaciones de Rajoy fueran ciertas, sinceramente pensaría que es tonto. Y me da que no, que lo que es es un listo. ¿Cómo un presidente de Gobierno va a ignorar todo lo que se le imputa a Bárcenas? Primero, sería estúpido y segundo, un mal dirigente, por no enterarse de que se la están colando.

¿Quién no ha cobrado nunca dinero en "B" o conoce a alguien que lo haya hecho? Las famosas horas, que aunque cada vez menos gente las cobra, se remuneran mediante un sobrecito a final de mes. Rubalcaba aseguraba hoy, como réplica a Rajoy, que en su partido sí que se hace todo de forma legal y que él, personalmente, nunca ha cobrado en negro. Pues no me lo creo. Es triste pensar esto, pero es lo que los políticos están demostrando cada día, y cada vez más frecuentemente. No son sinceros y mucho menos transparentes y estoy segura de que la mayoría, si pueden, meten la mano en la caja y nos la intentan colar. Me da igual que sean del PP, del PSOE o del Partido Antitaurino. Me da la sensación de que el que tiene un poco de poder a su alcance se corrompe. Parece incompatible ser político con ser honrado y mirar de verdad por el bienestar de los ciudadanos. Es una pena que no haya muchos así.

Pero también gente con mucho menos poder nos toma el pelo. Algo que me tiene muy indignada son los tiempos de descanso de los funcionarios de la Seguridad Social, Hacienda, Sepe... Me ha llegado a pasar de tener una cita a las 11 de la mañana, llegar cinco minutos antes y ver cómo la persona que me tiene que atender se marcha delante de mis narices y vuelve después de 15 o 20 minutos. No digo que me tenga que atender antes de la hora, pero tampoco después, y mucho menos si es por ir a tomarse un café. No me parece justo, cuando hay muchísimas personas que trabajan más horas, por mucho menos dinero y paran apenas media hora para comer algo a mediodía. Otra cosa que me irrita sobremanera es cuando voy al banco y me ecuentro a uno de los empleados fumándose el cigarrito en la puerta, mientras dentro hay varias personas haciendo cola y un solo trabajador atendiendo. Yo, como cliente, ¿por qué tengo que esperar a que ese señor fume para que me atienda? Mi tiempo es tan valioso como el suyo y fumar un cigarro o tomar un café no son motivos por los que ningún cliente debiera perder ni un minuto de su tiempo.

De servicios como electricidad, gas o telefonía podría estar horas quejándome. Tuve tantos problemas con mi antigua compañía eléctrica que llegué a plantearme dejarlo por imposible. Pero no lo hice, simplemente porque no me da la gana de que se salgan con la suya. Les da igual que les llames, que les acribilles a correos electrónicos o que te presentes en la oficina a dar la lata. La única respuesta que parece que saben dar es "comunicamos su queja al departamento correspondiente". Pero caso, lo que se dice caso, no te hacen. Hay que estar detrás hasta que por fín se consigue algo, lo que supone, nuevamente, una pérdida de tiempo. Esto no pasaría si la gente hiciera bien su trabajo y se respetara más a los clientes. Que somos nosotros los que les hacemos el favor a los empresarios, si nosotros no consumimos ellos se hunden. Con nuestro dinero pagan sus lujos y caprichos y lo menos que nos merecemos es respeto y que no traten de tomarnos el pelo. Y cuando lo hagan, hay que quejarse, quejarse y quejarse hasta el cansancio. Es lo único que podemos hacer y el único modo de intentar terminar con los abusos de quienes tienen la sartén por el mango.