domingo, 16 de junio de 2013

Demasiadas comodidades entre rejas

Hoy he leído en la prensa que Miguel Carcaño, asesino confeso de Marta del Castillo, condenado por ello a 21 años de prisión, lleva una vida cómoda en la cárcel, similar a la que cualquier persona no muy activa puede llevar viviendo en su propia casa. Aunque lo que me ha llamado la atención no es eso, ya que por todos es sabido que el día a día de los presos no es todo lo restrictiva que debiera y que poseen más comodidades de las que su condición merece -a mi parecer-. Lo que me ha sorprendido, a la vez que indignado, es que este sujeto recibe a menudo cartas de jovencitas admiradoras que le mandan ánimos para superar el mal momento que está pasando, incluso le envían dinero para hacerle la estancia en prisión más llevadera. 

No sé qué puede llevar a estas niñas a actuar de una forma tan estúpida. Tratar de ser amigas -o lo que surja, que seguramente más de una pretenda algo más- de un chico que ha confesado haber matado a una joven me parece de ser una persona idiota y sin cabeza. Supongo que los padres no lo saben porque si no, quiero creer que pondrían cartas en el asunto. Lo malo es si Carcaño se hace "amigo" de alguna de estas jóvenes y cuando salga en libertad -que supongo no será dentro de 21 años, sino mucho antes-, repite lo que le llevó a prisión hace algo más de un año. Entonces los padres, incrédulos, se llevarán las manos a la cabeza, sin haber podido hacer nada para impedirlo. Soy incapaz de imaginar qué puede llevar a esas chicas a hacer lo que están haciendo, ya que no tiene ni pies ni cabeza. O les va el morbo o es que no se quieren nada de nada.
 
En cuanto al día a día de Carcaño -y de la mayoría de los presos- dentro de la cárcel, no entiendo que pueda ser similar al de cualquier persona libre. Comparto que los reos están en prisión para rehabilitarse y volver a la sociedad como personas reformadas, pero no hay que olvidar que también están recibiendo un castigo, cosa que en algunos casos se limita a la privación de libertad. No dudo que estar cautivo debe ser muy duro, pero si se les da todo tipo de comodidades ¿dónde está el castigo? Pueden realizar cursos e incluso estudiar carreras universitarias, cosa que no veo mal, ya que esto puede ayudarles en la convivencia y en la futura reinsercción social. Pero que se les permita ir al gimnasio, a la piscina, ver la televisión a placer en la propia celda o jugar a la videoconsola, entre otras actividades lúdicas, no me parece apropiado, en muchos casos, más que entre rejas, parecen estar de vacaciones. Lo peor es que todo eso se financia con dinero público.

Otra cosa de las prisiones que me parece muy injusta es que a los reclusos se les pague por trabajar dentro de la cárcel, y algunas veces hasta fuera de ella. Veo muy bien el hecho de que trabajen, creo que puede ser muy positivo que tengan una ocupación, ya que aprenden disciplina y se fomenta el compañerismo entre ellos, pero pienso que no debería de retribuírseles por ello. El dinero que se emplea en remunerar el trabajo de los presos estaría mejor invertido en crear puestos de trabajo para las millones de personas que están en el paro y no encuentran empleo. En general, me parece que en las cárceles el nivel de vida es excesivo, me reitero en que a prisión se va, además de a rehabilitarse, a cumplir una condena y en mi opinión, la vida de un reo no debería parecerse nunca a la de alguien que está en libertad.

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