jueves, 20 de junio de 2013

Ser feliz con lo que se tiene

¿Aguien puede decir que no tiene ningún complejo? ¿O problema, o preocupación? Yo creo que nadie o, por no generalizar, voy a decir casi nadie. Estoy convencida de que prácticamente todo el mundo tiene en la cabeza algo que le inquieta, ya sea de mayor o menor importancia, o algún aspecto del cuerpo con el que no está del todo conforme. Cantidad de chicas que aparentemente tienen un físico estupendo se quejan de esto o aquello. Complejos tenemos todos. Dudo que haya alguien que esté cien por cien satisfecho con su cuerpo, su cara, con su físico en general. Que si tengo mucho culo, soy bajito, me estoy quedando calvo, tengo las orejas de soplillo. Y así multitud de defectillos que a quien más quien menos le quitan el sueño en algún momento de su vida.

Algunos de estos complejos se pueden cambiar fácilmente yendo al gimnasio o haciendo dieta, para lo cual hay que sudar y pasar hambre, cosa a la que no todo el mundo está dispuesto. Pero otros forman parte de nuestra fisonomía y, a no ser que decidamos optar por la cirugía para corregirlos, debemos aprender a convivir con ellos. Hay que pensar que ser más o menos guapo o tener el cuerpo perfecto no es lo realmente importante en la vida. Cada uno tiene lo que tiene y si no lo aceptamos no podremos ser felices nunca. Sé que es un tópico, pero es infinitamente mejor ser guapo por dentro que por fuera. Las dos cosas sería lo ideal, pero eso ya no es tan fácil. Tener un interior bonito depende de cada uno y eso es lo que merece la pena cuidar.

Mucha gente tiene verdadedos motivos para no sentirse a gusto con su físico y aún así consiguen ser felices. Me refiero a personas a las que les falta un brazo o una pierna, tienen algún tipo de deformación o se han quemado el rostro, por ejemplo. Esta mañana he visto a una chica con la mitad de la cara llena de cicatrices de quemaduras y me ha hecho pensar en lo superficiales que somos las personas, en lo mucho que nos importa el físico y el poco valor que damos muchas veces a lo realmente trascendente. Deberíamos tomar ejemplo de estas personas y no dar tanta importancia a cosas como tener unos kilos de más o la nariz prominente. 
 
También tendemos a inventarnos los problemas cuando no los tenemos. Hay muchas cosas que nos preocupan día a día y que, mirándolas de forma objetiva, no serían un verdadero motivo de inquietud. Es como si necesitáramos ese puntito de intranquilidad en nuestra vida. Que si mira lo que me ha hecho fulano, qué voy a hacer sí... Tendemos a anticiparnos, a pensar en qué va a pasar antes de que suceda y esa es fuente de muchas angustias que podríamos evitar si procuráramos vivir más en el presente y menos en el futuro. No es tarea fácil, pero si queremos ser felices de verdad, tenemos que pensar en el hoy y tratar de conformarnos con lo que tenemos. Es lo que hay. Como alguien dijo una vez: "ser feliz no es tener lo que se quiere, si no querer lo que se tiene".

domingo, 16 de junio de 2013

Demasiadas comodidades entre rejas

Hoy he leído en la prensa que Miguel Carcaño, asesino confeso de Marta del Castillo, condenado por ello a 21 años de prisión, lleva una vida cómoda en la cárcel, similar a la que cualquier persona no muy activa puede llevar viviendo en su propia casa. Aunque lo que me ha llamado la atención no es eso, ya que por todos es sabido que el día a día de los presos no es todo lo restrictiva que debiera y que poseen más comodidades de las que su condición merece -a mi parecer-. Lo que me ha sorprendido, a la vez que indignado, es que este sujeto recibe a menudo cartas de jovencitas admiradoras que le mandan ánimos para superar el mal momento que está pasando, incluso le envían dinero para hacerle la estancia en prisión más llevadera. 

No sé qué puede llevar a estas niñas a actuar de una forma tan estúpida. Tratar de ser amigas -o lo que surja, que seguramente más de una pretenda algo más- de un chico que ha confesado haber matado a una joven me parece de ser una persona idiota y sin cabeza. Supongo que los padres no lo saben porque si no, quiero creer que pondrían cartas en el asunto. Lo malo es si Carcaño se hace "amigo" de alguna de estas jóvenes y cuando salga en libertad -que supongo no será dentro de 21 años, sino mucho antes-, repite lo que le llevó a prisión hace algo más de un año. Entonces los padres, incrédulos, se llevarán las manos a la cabeza, sin haber podido hacer nada para impedirlo. Soy incapaz de imaginar qué puede llevar a esas chicas a hacer lo que están haciendo, ya que no tiene ni pies ni cabeza. O les va el morbo o es que no se quieren nada de nada.
 
En cuanto al día a día de Carcaño -y de la mayoría de los presos- dentro de la cárcel, no entiendo que pueda ser similar al de cualquier persona libre. Comparto que los reos están en prisión para rehabilitarse y volver a la sociedad como personas reformadas, pero no hay que olvidar que también están recibiendo un castigo, cosa que en algunos casos se limita a la privación de libertad. No dudo que estar cautivo debe ser muy duro, pero si se les da todo tipo de comodidades ¿dónde está el castigo? Pueden realizar cursos e incluso estudiar carreras universitarias, cosa que no veo mal, ya que esto puede ayudarles en la convivencia y en la futura reinsercción social. Pero que se les permita ir al gimnasio, a la piscina, ver la televisión a placer en la propia celda o jugar a la videoconsola, entre otras actividades lúdicas, no me parece apropiado, en muchos casos, más que entre rejas, parecen estar de vacaciones. Lo peor es que todo eso se financia con dinero público.

Otra cosa de las prisiones que me parece muy injusta es que a los reclusos se les pague por trabajar dentro de la cárcel, y algunas veces hasta fuera de ella. Veo muy bien el hecho de que trabajen, creo que puede ser muy positivo que tengan una ocupación, ya que aprenden disciplina y se fomenta el compañerismo entre ellos, pero pienso que no debería de retribuírseles por ello. El dinero que se emplea en remunerar el trabajo de los presos estaría mejor invertido en crear puestos de trabajo para las millones de personas que están en el paro y no encuentran empleo. En general, me parece que en las cárceles el nivel de vida es excesivo, me reitero en que a prisión se va, además de a rehabilitarse, a cumplir una condena y en mi opinión, la vida de un reo no debería parecerse nunca a la de alguien que está en libertad.

lunes, 10 de junio de 2013

Llegan las temidas vacaciones

Se acerca el verano y con él, algo temido por la mayoría de padres y madres: las vacaciones estivales de los niños. Casi tres meses que para muchos pueden resultar eternos. No porque no quieran estar con sus hijos, sino porque en muchos casos no pueden. El principal problema es la falta de tiempo. Quien tiene la suerte de trabajar como mucho se puede permitir un mes de vacaciones y si trabajan el padre y la madre, pueden arreglarse para cubrir dos meses entre los dos, con el inconveniente de tener que renunciar a pasar las vacaciones en familia, pero ¿qué hacer con el mes restante? Muchos tiran sobre todo de abuelos o en su defecto de tíos, primos o cualquier otro familiar o amigo que pueda hacerles el favor. Porque no están las cosas como para contratar a alguien que cuide de los niños todo el verano. Y hoy día ¿quién no tiene alguna persona de confianza en el paro que pueda echar una mano con los niños?

Los que más arriman el hombro suelen ser los abuelos. Es normal que se recurra a ellos para salir del paso, ya que muchas veces no se tiene más remedio, pero ¿es justo para ellos? Yo creo que no. Los abuelos, que han dedicado toda su vida a criar a sus hijos, se ven ahora obligados a hacer lo mismo con sus nietos. Siempre están ahí, cuando los niños se ponen enfermos, para llevarles y traerles del cole, acompañarles a las actividades extraescolares, etcétera. Y en periodos vacacionales renuncian a hacer sus vidas para estar con los niños prácticamente todo el día. Seguro que algunos están encantados de hacerlo, pero otros muchos se sienten atrapados porque viven únicamente por y para sus nietos, desde que se levantan hasta que se acuestan. Existen alternativas como los campamentos, las ludotecas, o las escuelas de verano, pero el inconveniente es que todas esas cosas cuestan dinero y muchos padres no se lo pueden permitir, al igual que no pueden pagar a alguien que se quede con los niños. Así que no les queda otra que llamar a los abuelos. Benditos abuelos.

Teniendo en cuenta las vacaciones que cualquier trabajador tiene -un mes-, parece excesivo el tiempo de descanso que dan los colegios. Tres meses quizás sea demasiado, tanto tiempo sin clase solo provoca quebraderos de cabeza y agobios por tener que depender de otras personas para cuidar a los hijos. En algunos países europeos como Alemania o Francia, los niños tienen seis semanas de vacaciones en verano, ocho a lo sumo, con lo que se hace más fácil para los padres organizarse para disfrutar esos días con ellos. Otra cosa que también nos diferencia de estos países es el horario de salida del trabajo. Algo muy similar a lo que en España conocemos como jornada intensiva de verano -trabajar siete u ocho horas seguidas y salir antes por la tarde-, en muchos países es algo que mantienen todo el año, por lo que les es mucho más sencillo conciliar vida laboral y familiar. A quien no tiene la suerte de disfrutar de la jornada intensiva, ni siquiera en verano, le toca arreglárselas con los niños como buenamente pueda. No queda otra.

jueves, 6 de junio de 2013

NO a las dietas, SÍ a los hábitos saludables

Llega el buen tiempo, empieza a sobrar la ropa y muchos son los que comienzan la "operación bikini" con el fin de verse mejor físicamente cuando llegue el momento de ponerse el bañador. La mayoría de personas se ha planteado hacer dieta en algún momento de su vida, sobre todo cuando se acerca el verano, para bajar los kilos que se han cogido durante el invierno. Y es que a nadie -o casi nadie- le gusta ver cómo asoma el michelín que tan prácticamente ocultaba el jersey de invierno. Cuando se empieza una dieta todo parece muy fácil y se tienen muchas ganas, pero según van pasando las semanas es común aburrirse y dejarla sin llegar al objetivo deseado. Por eso, lo mejor sería no ponerse a régimen cada primavera, sino llevar una alimentación equilibrada durante todo el año para evitar llevarse sustos al ponerse la ropa de verano y no tener que sufrir para adelgazar año tras año.

En estas fechas suelen entrar las prisas por quitarse los kilos de más y mucha gente se apunta a realizar dietas milagro o se pasan el día en el gimnasio para adelgazar lo más rápido posible. Ninguna de las dos opciones es recomendable. Los regímenes que prometen perder mucho peso en poco tiempo pueden conllevar un riesgo para la salud, al no aportar al cuerpo todo lo que necesita. Además, al ser muy restrictivos, no pueden mantenerse durante mucho tiempo y al volver a comer normal, se produce el famoso efecto "yo-yo", es decir, se recuperar los kilos que se habían perdido. En cuanto al ejercicio, es fundamental acompañar la dieta de algún deporte que, además de ser muy saludable, sin duda ayuda a adelgazar. Pero no se debe abusar, ya que practicar demasiado deporte puede ser perjudicial, se podrían sufrir lesiones e incluso puede llegar a alterar la conducta y dañar el corazón. 

Muchas de las personas que desean adelgazar están acostumbradas a comer más grasas y dulces de las que debieran y por lo general, realizan poco ejercicio. Más que realizar una dieta estricta, es importante que esas personas se mentalicen y se den cuenta de que ese tipo de alimentos no pueden predominar en la alimentación diaria. No hay que tener prisa en perder peso, no sirve de nada estar unos meses sufriendo por no poder comer lo que se quiere, si después se vuelve a lo de antes y se recupera el peso perdido. De ese modo, se está toda la vida engordando y adelgazando y da la sensación de estar siempre a dieta y realizando un esfuerzo que no vale la pena. Lo aconsejable es aprender unos hábitos de vida saludables, comer de todo, incluso darse pequeños caprichos, pero sin abusar de nada, y hacer que el ejercicio forme parte del día a día. Cuidarnos hoy hará que nuestro cuerpo y nuestra salud nos lo agradezca en el futuro.

domingo, 2 de junio de 2013

¿Se puede confiar en los bancos?

Miles de personas se han visto afectadas por la estafa de las preferentes, llevada a cabo por varias entidades bancarias en España, como Bankia, Caixabank o Caixa Galicia. A mucha de esa gente, la mayoría de edad avanzada, le colocaron este producto como si fuera un plazo fijo, todo ventajas y ningún tipo de riesgo, algo a lo que, lógicamente, muchos accedieron. Pero todo era mentira, ya que en realidad se trata de una especie de acciones que dan rentabilidad únicamente si la entidad emisora obtiene beneficios. En caso de tener pérdidas, los clientes no pueden recuperar su dinero porque, al ser un producto sin fecha de vencimiento, el banco no está obligado a devolverlo. 

Responsables de las entidades alegan que toda la información estaba explicada en la letra pequeña de los contratos, la famosa letra pequeña que casi nadie lee -o mejor dicho leía, visto lo visto-. De eso se valieron, de la confianza de sus clientes, para darles gato por liebre, incluso hay casos de gente a la que falsificaron la firma sin informarles de nada. Eso es algo muy vil. Imagino la desolación de todas esas personas al darse cuenta del engaño, al ver que les había timado la persona en la que llevaban años confiando. Eso aún duele más. ¿Cómo iban a pensar que esa persona que les trataba tan amablemente y les atendía siempre con la mejor de sus sonrisas estaba en realidad robándoles? Menudo disgusto y qué gran decepción.


Si nos paramos a pensarlo bien, ni ahora ni nunca un empleado de banca ha podido mirar más por el beneficio de los clientes que por el de la empresa en la que trabaja. De ser así, las entidades financieras se irían a la ruina al no tener beneficio alguno. Ya tenemos que tragar con todo tipo de comisiones e intereses por realizar transferencias, utilizar tarjetas, etcétera, pero no conformes con eso, algunos bancos optan por adueñarse del dinero de sus propios clientes, dejando a muchos de ellos en la ruina total. Es muy triste ver que existen personas a las que les importa muy poco hundir a otra gente con tal de tener sus bolsillos bien llenos. Hay que ser muy sinvergüenza.

Creo que lo que están haciendo últimamente los bancos -no solo las preferentes, sino los abusos y la falta de transparencia- solo consigue que la gente esté descontenta, que pierda la confianza y que solo acuda a ellos para lo estrictamente necesario. Pienso que la finalidad de cualquier empresa, además de vender, debería ser la satisfacción del cliente. En el caso de los bancos, es muy importante que infundan confianza ya que si la gente se siente insegura va a pensar en sacar los ahorros de las cuentas y guardarlos debajo del colchón, como hacían nuestros abuelos. Quizás ahí estén más seguros.